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Osvaldo Omar de Felippe

"El fútbol me salvó la vida, me ayudó a salir adelante"

En el buque de vuelta a casa supe del 4-1 a Hungría; recordé que se estaba jugando un Mundial".

Actualizado a

Vuelve Malvinas. Ya son 30 años... ¿Especial?

Lo llevo bien. Me parece acertado que el Clausura se bautice Crucero General Belgrano (barco hundido en la guerra), es un buen homenaje a quienes combatieron.

Hace años usted se negaba a hablar de ello.

Sí, pero luego pensé que era mejor hacerlo para honrar a mis excompañeros. Nada más acabar la guerra, había una desmalvinización, la sociedad no estaba preparada. Yo no quería hablar, hasta que un compañero de Huracán me preguntó sobre ello. Ahí me abrí. El fútbol me salvó la vida, me ayudó a salir adelante y evitó que me hundiera como lo hicieron muchos excombatientes.

Usted jugaba en la cantera de Huracán, de defensa...

De volante, de cinco...

Como Fernando Redondo.

Sí, pero yo pegaba más patadas.

Jugaba en Huracán... y se inició la pesadilla.

El 2 de abril empezó la guerra y al día siguiente cumplí 19 años. Había acabado el servicio militar el 23 de diciembre y, claro, tenía miedo. El 9 de abril un soldado vino a casa a las cinco de la madrugada. Le entregó una carta a mi madre y ella vino llorando. Esa mañana me incorporé. Mi familia vino a verme al día siguiente. Tomamos unos mates y quedaron en venir el sábado, pero esa noche, unos micros nos llevaron a la base El Palomar. Y directos al avión.

¿No les dijeron adónde les llevaban?

No, pero nos lo imaginábamos. Llegamos a Puerto Argentino y ahí empezó todo.

Imposible pensar en fútbol...

Hasta que llegaron los ingleses charlábamos de la liga, del futuro. Pero desde el 1 de mayo, cuando cayó la primera bomba, el fútbol dejó de existir.

Ni siquiera supo del debut de Argentina en el Mundial 82.

No supe de fútbol, ni de nada. Sólo supe de miedo, de ayudar a los heridos, de matar o que te maten, de la impotencia al entregar las armas.

¿Y cuándo volvió a pensar en fútbol?

Cuando al acabar la guerra, de regreso en el buque Camberra, mientras recogía la bandeja del almuerzo, vi que los ingleses habían colgado un cartel con resultados del Mundial. Argentina había ganado a Hungría por 4-1. Fue entonces cuando recordé que se estaba jugando un Mundial.

Y volvió a jugar...

Descansé una semana y viajé con el equipo A a La Plata, donde jugábamos con Estudiantes. Entonces iban 16: los once que jugaban y los cinco del banco. Pero fuimos diecisiete, porque a mí me dieron una placa por haber combatido. El fútbol me ayudó a olvidar las Malvinas.

Pese a que cuatro años después los goles de Maradona a Inglaterra se las recordaran.

Los canté como dos goles más. El fútbol es fútbol y la guerra, guerra. Está bien que no tengan nada ver.