Cree el Sevilla, agoniza el Racing

Por el césped de El Sardinero, ese que pisó Ali Syed, el falso mecenas, sonriente y con una bufanda del Racing, deambuló ayer un cadáver vestido de pantalón negro y camiseta blanca y verde. Santander, que ha consentido un par de mercaderes en la última década (además del indio, nada menos que Piterman), ya se prepara para el drama. Porque hay pocos dramas peores para una ciudad que un descenso. El Sevilla más inseguro de los últimos años se paseó ayer por La Montaña. Ganó 0-3 con una superioridad insultante y sin querer abusar. La diferencia fue sideral, tan excesiva que complica el análisis de un partido que deja al Sevilla a cuatro puntos de Europa y al Racing a cuatro de la permanencia, pero con las peores sensaciones.

Álvaro Cervera, el entrenador que se bajó del autobús del Recreativo en una gasolinera de Sevilla en mitad de un trayecto a Almería para cumplir uno de los sueños de su vida, prometió después de la derrota en Cornellà una charla con sus jugadores en los que les haría entender qué era el Racing, cuánto estaba en juego y cuáles serían las señas de identidad de su equipo desde ese momento. No debió explicarse bien o, definitivamente, el Racing no puede circular con esta plantilla por Primera. El Sevilla le barrió de un plumazo en la puesta en escena y ya le acomplejó para todo el partido. Míchel, abrazado al discurso institucional y el pulso de la grada, se cargó a Reyes y Rakitic, los dos señalados de la afición, y salió ganador. Trochowski, inusualmente participativo, le dio continuidad al juego y mezcló bien con Medel. También Negredo con Manu y Navas con Perotti. El Sevilla jugó con equilibrio y coció a fuego lento el gol. El 0-1 fue una consecuencia lógica del juego y pudo llegar antes en un penalti de Mario a Negredo que Clos Gómez pasó por alto. Su asistente sí acertó en dos goles anulados al Racing (Stuani y Christian). El único peligro real de los cántabros fue el balón parado antes del descanso, pero Palop ha regresado a la titularidad con el hambre que firmaría un juvenil. Ágil, hiperactivo, salvó los dos únicos acercamientos del Racing y estuvo excelente en una aparición de Babacar en la segunda mitad.

El Racing apagó la luz con el 0-2 de Manu, un error imperdonable de Mario, recambio fallido de Toño. Sacó bandera blanca y cayó en la depresión. Ni compitió. Por entonces, Míchel ya había puesto en el campo a Reyes, que le dio la razón a su entrenador y pasó desapercibido. Pero ni Reyes era necesario para el Sevilla, que recuperó ciertas señas de identidad y rehabilitó a futbolistas cuestionados como Manu. Su doblete le convierte en máximo goleador del equipo y le reivindica como necesario segundo delantero. Manu fue bien al espacio y se entendió bien con Negredo, que aun sin ritmo estuvo en un buen puñado de ocasiones. El Racing penó lamentablemente hasta el final. Los estertores del oscuro tiempo de Syed anuncian lo peor.