NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Champions League | CSKA 1 - Real Madrid 1

El frío llegó en el minuto 92

El CSKA empató en el tiempo añadido un partido que el Madrid tenía controlado. Cristiano adelantó al equipo de Mourinho. Lesión de Benzema

Actualizado a
El frío llegó en el minuto 92

Antes de que el árbitro pitara el final, los jugadores del Real Madrid ya soñaban con la ducha caliente y con el rumor de nana de los motores del avión. Vuelta a casa y regreso al frío español, conocido y amoroso. Llegado el minuto 90, el objetivo estaba cumplido: vencer en Luzhniki, sin apenas sobresaltos, eliminatoria casi sentenciada, otro trabajo profesional. Con medio cuerpo en el vapor de las duchas, el alargue se hizo eterno. Los últimos patadones al cielo de Moscú ofrecieron pistas del hartazgo. El visitante deseaba marcharse, intercambiar camisetas, saludos y fuagrás por caviar: dormir, soñar, amanecer en Madrid.

Sin embargo, la película no termina hasta que se encienden las luces de la sala y alguien te barre las palomitas bajo los pies. Olvido, distracción, confianza, impaciencia. Todo a la vez. El caso es que el CSKA empató en los títulos de crédito. Justo antes del cartel de Panavisión y de los agradecimientos al ayuntamiento de la ciudad. Falta lateral, flanco derecho. Y un regimiento de cosacos al remate. Desesperados, además. El balón volador, la última bala del Ejército Rojo, tocó en las cabezas de los hermanos Berezutski (rusos de catálogo) y acabó a los pies del sueco Wernbloom, que por primera vez en toda la velada tocó pelota y no carne.

En ese instante, y no en otro, el Madrid se quedó helado. Hasta entonces había sobrevivido sin necesidad de pieles de foca. Más que eso: Arbeloa y Khedira jugaron en manga corta, lo que dejó en delicada situación al General Invierno y en gran posición a los varones de Salamanca y Stuttgart.

Hierba. Tampoco el césped resultaba un problema. Al contrario. El balón rodaba con soltura y la hierba parecía tan mullida como la alfombra de una embajada. La única pega, puestos a buscarla, es que la hierba sintética no mancha, lo que nos deja sin la épica estampa de los jugadores madridistas convertidos en dálmatas. Ganan las lavanderías, pero pierden las fotos, las portadas y los topos.

La primera ocasión del encuentro, una media volea de Dzagoev en boca de gol, fue un aviso que contenía una verdad y una mentira. Lo falso fue la facilidad para aproximarse a la portería de Casillas. De hecho, el CSKA no volvió a pisotear el área rival hasta el fatal descuento. Lo cierto de la jugada es que los rusos forman un equipo estimable. No son excelentes, no diré tal cosa, pero tampoco son malos. Su falta de contundencia defensiva se compensa con un juego sensato, abierto y rudimentariamente académico: bandas, centrocampistas del Potemkin y un delantero incisivo. Sospecho que su disfraz de veraneantes en la costa nos confundió un poco.

A los 13 minutos se lesionó Benzema. Ocurrió después de un voleón sin peligro para nadie, excepto para sus abductores. Si fue el campo o el frío no lo sabemos todavía, pero pareció la suerte, la mala. Higuaín entró en su lugar y no tardó en manifestarse. Lo hizo con un remate que luego se encadenó a un disparo de Khedira. El portero respondió a ambas acciones como un gato de la tundra.

Pugna. Acto seguido, Higuaín peleó por un balón de los suyos: esos que pertenecen a los defensas, o tal cosa se creen ellos. Mal despeje, pase de Coentrao, y otro mal rechace. Jugada en cámara lenta (y torpe) hasta que entra en plano Cristiano. Su zurdazo a bote pronto fue un picotazo, un fabuloso castigo a tanta molicie.

Que el CSKA no besara la lona después de ese golpe es prueba de su fortaleza cosaca. No es raro que Iván Drago fuera de la tierra. El equipo ruso continuó corriendo y buscando, con más voluntad que dinamita, pero hasta el punto de casi equilibrar el dominio de su ilustre adversario (47/53).

Entre los lamentos del Madrid se habrán repetido, especialmente, las ocasiones de la segunda mitad. En el minuto 50, Cristiano abrió un pasillo a Callejón, que golpeó mal con la zurda. Sin tiempo para masticar la jugada, Callejón volvió a rozar el gol al infiltrarse entre los centrales. En el 75', Sergio Ramos cabeceó a las manos del portero lo que últimamente suele colocar en una escuadra, y en los minutos siguientes Cristiano disfrutó de dos remates clarísimos (para él, se entiende). Sin embargo, Chepchugov (tercer portero del CSKA) se había empeñado en que memorizáramos su nombre.

La incorporación al juego del liberiano Sekou Oliseh cambió algo. También la entrada del japonés Honda. Uno puso piernas y el otro buenas ideas. El Madrid, a esas alturas, ya estaba cansado de jugar en Rusia y daba por buena la victoria por un gol. Si el destino señalaba ese resultado tampoco era cuestión de abusar.

Después vinieron los voleones y el árbitro la hora. Y una falta sobre el galgo Oliseh, tortura de Coentrao, flanco derecho, último minuto del tiempo añadido. El resto es conocido. El miércoles 14 de marzo hay partido de vuelta. En Madrid y a 100 grados.