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MARSELLA 1 - INTER DE MILÁN 0 | LIGA DE CAMPEONES

Ayew castiga la rácana propuesta de Ranieri

El equipo francés se impone en el alargue al ultraespeculativo equipo italiano. Azpilicueta fue el mejor del partido pero se tuvo que marchar con una lesión muscular.

DAVID F. SANCHIDRIÁN
Actualizado a
Ayew castiga la rácana propuesta de Ranieri

En el mundo del fútbol se apela continuamente a la justicia o injusticia. Lo que se vio esta noche en el Velodrome de Marsella nunca se sabrá si fue justo o injusto. Más que nada porque no se vio fútbol. A un lado un Olimpique de Marsella punzante hasta que Valbuena se desfondó pero plano en el juego y con numerosos centros laterales a la olla. Al otro lado un Inter de Milán conservador y con la mente puesta desde el primer minuto en el partido de vuelta en el Giuseppe Meazza. Esta amnesia futbolística se llevó por delante el planteamiento rácano de un Claudio Ranieri que cuando pudo asestar el golpe definitivo a su rival, a partir de la media hora de juego, evitó adentrarse en línea enemiga. Y el sanguinario castigo llegó en el tiempo de descuento cuando el Olympique de Marsella, como no podía ser de otra forma, se aprovechó de un balón colgado al área. Un saque de esquina cabeceado por Ayew sirvió al equipo marsellés para avivar la llama de los cuartos y dejar al Inter de Ranieri al borde del abismo.

Se retaban dos equipos en estados de forma completamente diferentes. Un Olympique de Marsella en modo ascendente y un Inter de Milán en caída libre. Los italianos viajaron al 'Velodrome' con la mochila cargada de piedras por culpa de las últimas cinco jornadas en la competición doméstica. Justo al contrario que los galos, ligeros como el viento gracias a los quince partidos invictos. Ante estos datos, Ranieri prefirió pasar de puntillas por Marsella y asestar el mazazo final en el Giuseppe Meazza.

Sacrificio, destrucción y longevidad en la medular italiana con Zanetti, Cambiasso y Stankovic (una media de 34 años). Y Diego Forlán escoltado por Wesley Sneijder en el ataque y Zárate, hombre en libertad por el verde francés. Esa fue el dibujo de un Inter de Milán que se dejó la hoja de ruta en el vestuario y lo capeó dando unos pasos atrás hasta recuperar el rumbo de alguna forma. El Olympique de Marsella cargó con el peso del partido desde el inicio pero no conseguía despedazar el armazón defensivo 'nerazzurro'.

Justo al contrario que el Inter de Milán, que no necesitaba tirarse de los pelos para avisar a Mandanda. El portero francés se lució a los diez minutos de partido tras un remante de Diego Forlán, aunque éste arrancó en posición ilegal. El Olympique de Marsella replicó con un disparo lejano de Azpilicueta. Mención especial para los asistentes del colegiado Cakir, descoordinados con el banderín desde el inicio. Además de la jugada del uruguayo, los asistentes no vieron un fuera de juego del equipo francés tras una falta botada por Valbuena y sí rompieron una contra de Forlán cuando se marchaba solo hacia el portero francés.

La llama del Olympique de Marsella perdía fuerza a medida que se acercaba el descanso pero el Inter de Milán no supo o no quiso dar el paso al frente en el momento adecuado. Cargaron el juego sobre la banda izquierda de Zárate, pero cuando el argentino no se estrellaba con Mandanda lo hacía con Azpilicueta, infranqueable en defensa.

Ayew echa por tierra el plan de Ranieri

En situaciones como esta se confirman los presagios. Con el Marsella amansado, Ranieri no se planteó ir a por el partido con dos delanteros. Sacar a Diego Milito o Pazzini no entraba en los planes del técnico italianio. El Inter se encomendó a la divinidad de Sneijder pero el holandés no tenía, ni de lejos, la mejor noche. Sólo destelló con un saque de falta que acabó en las botas de Stankovic pero al serbio se le notó que ese no era su hábitat natural.

Pero el Olympique de Marsella tampoco estaba para lanzar cohetes. Cuando Valbuena se desfondó, el equipo galo menguó. Nunca se vio un juego combinativo, sólo centros laterales a la olla. Cuando un futbolista del equipo francés tenía el balón, nadie daba una salida coherente. La única forma de superar la tacañería del Inter iba a tener que ser con balones al área. Como era de esperar, el equipo de Deschamps dejó algo de combustible en el tanque para sorprender en el tramo final. Y la jugada salió a las mil maravillas. Un saque de esquina fue cabeceado por Ayew para avivar la llama de la esperanza francesa y castigar la racanería interista.