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Copa del Rey | Real Madrid 3 - Málaga 2

Benzema lideró el abordaje

El Málaga se fue 0-2 al descanso. Mourinho dio entrada en la reanudación a Karim, Özil y Khedira. En diez minutos de furia remontó el Madrid.

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<b>HÉROE COPERO. </b>Benzema festejó por todo lo alto el gol que culminaba la remontada. Fue el tanto 500 del Madrid en el Bernabéu en 180 partidos de Copa.
HÉROE COPERO. Benzema festejó por todo lo alto el gol que culminaba la remontada. Fue el tanto 500 del Madrid en el Bernabéu en 180 partidos de Copa.

En los documentales del Madrid el león siempre devora a la gacela. En la sabana del Bernabéu los antílopes nunca comen perdices. Ellos son la cena. Quien todavía se pregunte cuál es la esencia de este club, independientemente del poder que lo gobierne, habrá que remitirle el vídeo del partido, repetido tantas veces. Ni siquiera dos goles en contra al descanso son desventaja suficiente. Ni siquiera ese mismo marcador prolongado hasta el minuto 67. De pronto, en apenas, diez zarpazos (léase minutos), el león se zampa a su presa y se bebe sus sueños. Habrá que pensar que los depredadores no duermen, juegan. Y será cierto, igualmente, que los padres (de familia, de la patria) no sestean, reflexionan.

Decía un ilustre director de periódico que analizar un partido desde la diferencia entre sus dos partes era un ejercicio obvio (por no decir necio), pues ambas mitades están tan diferenciadas que entre ellas cabe un descanso de quince minutos. Lo evitaremos, por tanto (los exjefes vigilan y riñen eternamente). Nos limitaremos a recordar que el Málaga se marchó al vestuario con 0-2 y regresó con 3-2. Señalaremos, únicamente, que el Madrid se marchó impotente y regresó con el cuchillo entre los dientes y la muerte como prometida.

Cuesta medir cuánta importancia tuvieron los tres cambios de Mourinho, ejecutados a la vuelta del descanso y de forma fulminante, especialmente para Callejón, Kaká y Arbeloa, las débiles víctimas. Por ellos entraron Benzema, Özil y Khedira. Al margen de la aportación futbolística de los tres (notable), el golpe de efecto fue indiscutible. Tanto el equipo como el Bernabéu se pusieron en modo hazaña, jaleados desde el banquillo por la teatralidad de Mourinho y su cuadro de actores.

Inicio. El Málaga, que había marcado a la salida de dos saques de esquina, se había beneficiado hasta entonces del shock del rival y del público. Sin que esto le restara un solo mérito. Su presentación fue de tronío, con los centrales entonados (noticia) y con un jugador brillantísimo, Isco, inteligente y templado. Con eso suplió la ineficacia de Van Nistelrooy (la edad no nos hace sabios, sólo lentos) y la confusión de Cazorla (dos asistencias de córner son poco para él). Con todo, el Málaga tuvo ramalazos de equipo grande, gratificante novedad.

Apuntábamos antes que el Madrid remontó en diez minutos, pero no es exacto. Desde la reanudación fue acorralando al Málaga, que se encontró sin quererlo con el partido prohibido, plagado de espacios y comanches en caballos pintos. Khedira habló alemán por vez primera para marcar el primero. Después fue Sergio Sánchez quien se disparó a la bota al asistir al portero, sin advertir que Higuaín acechaba disfrazado de aire. El tercero fue obra de un Benzema que sembró el pánico en cada acción.

Se demostró que existe un buen Madrid que no depende de Cristiano, cuyos desaciertos parecen mayores por su tendencia a la sobreactuación. Un fuera de juego le impidió redimirse con una chilena espléndida casi sobre el pitido final. La conclusión es obvia y confiamos en que no sea necia. Hay Copa. Hay Málaga. Y leones en la selva.