4 goles, 6 puntos...

El Rey Vikingo. Los derbis con el Atleti están guionizados desde que se conoce el calendario en pretemporada. Los merengues sabemos que son seis puntos seguros y sólo podemos debatir sobre el número de goles que le caerán al otrora gran rival de la ciudad. Unos apostábamos por la manita, mi cuñado Javier y mi pequeño Marcos Santiago acertaron al profetizar cuatro, los más osados hablaban de hacerle siete al pobre Courtois... Hemos pasado de la rivalidad fanática a la compasión vecinal. La cuestión es que nadie, ni los propios atléticos, intuían un derbi rebelde, capaz de acabar con una maldición que ya es una tradición asumida por ambas partes. Pasarán los años, habrá nuevos cambios climáticos y los coches volarán por las nubes. Pero el Atleti seguirá sin ganarnos ni a las chapas...

Espejismo rojiblanco. Manzano habló de diseñar un partido "bronco y feo" porque sabía que había poco más que hacer. Mourinho suavizó en la víspera la euforia para que sus jugadores abandonasen el jacuzzi de la confianza ciega. Algo intuía el genio portugués. En el inicio vimos un Atlético respondón que vivió un sueño efímero que se tradujo en el gol inicial de Adrián, el único rival (aparte de Diego) que me pareció enchufado a la altura de la grandeza que tuvo en su día el equipo de Manolete. El gol del asturiano fue de bella factura, merecido... Y en fuera de juego. El Madrid estaba dormido, como si supiese que en cuanto que encendiese el motor de su Fórmula 1 iban a caer los goles como agua de noviembre. Y cuando el Mago Karim forzó el penalti y la roja del mejor portero belga que he visto desde Pfaff, el partido se blanqueó para disfrute de los que amamos el fútbol. Lo reflejaba una pancarta con mensaje e ironía fina en el Fondo Sur: "Se busca rival digno para derbi decente. Razón aquí". El Atleti sólo estuvo a la altura hasta el gol de Adrián. Después...

...Patadas y patadas. Lo que llegó después del 1-1 no es admisible. Tú puedes aceptar tu inferioridad física, técnica y anímica. Pero debes saber morir de pie. Con grandeza y estilo. Sin embargo, Arda (pasión turca mal orientada), Filipe Luis, Godín, Domínguez y, sobre todo, Perea, consideraron que pateando a sus verdugos iban a limpiar sus conciencias. La entrada del colombiano a Cristiano me enervó. Ya adelantó el final de la carrera del entrañable Ronaldo con una patada absurda en un 0-3 en el Calderón y anoche casi convierte en un producto desechable el tobillo izquierdo del Bota de Oro. Mateu, que confunde dejar jugar con eliminar el Reglamento del fútbol, miró para otro lado perdonando hasta tres rojas más. El Atleti hubiera acabado con sólo seis jugadores y tendrían que haber suspendido el derbi...

Bendito Cristiano. Enchufa los penaltis con la precisión de un relojero suizo. Dos golitos más a su mochila talla XXXXXL. Ya lleva 20 chicharritos. Y los que te rondaré, moreno...

¡A seis puntos! La afición del Madrid pasea alegre y risueña en una ciudad en la que hay otro equipo que se merece un monumento junto a Cibeles. Se llama Getafe y anoche dio una lección al equipo de la propaganda. Celebran el estado del bienestar vikingo los peñistas de Alameda de Osuna (Antonio, qué grande eres), Calanda (Alberto forever), Albox (ánimo, Nino) y mi colega El Forchi (qué bien sonaban ayer tus cohetes en Cobeña). Señores, ya están a seis puntos. ¡Viva el fútbol!