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Liga BBVA | Real Madrid - Villarreal

La crisis del Villarreal pisa la capa del Madrid

Benzema por Higuaín. Garrido y su equipo, contra las cuerdas.

Actualizado a
<b>MOURINHO NO HABLÓ AYER. </b>No llovió en Madrid, pero el entrenador se cubrió con la capucha de su chubasquero, como si estuviera ensimismado en sus pensamientos. El técnico portugués no compareció en la conferencia de prensa y cedió la palabra a Aitor Karanka, su segundo.
felipe sevillano

Marcar pronto en el Bernabéu es malo; lo hizo el Rayo y le cayeron seis. Marcar antes del descanso ayuda, pero tampoco es garantía de éxito, salvo que se consiga entre los minutos 44 y el 46; nadie ha ajustado tanto (sólo el Madrid). Marcar tarde significa, en la mayor parte de los casos, hacerlo demasiado tarde. Dicho esto, no marcar goles es indiscutiblemente peor.

Jugar al ataque ofrece varios minutos de gloria y puede que hasta algún gol. Lo practicó el Getafe y se marchó muy digno, pero con cuatro flechas en la espalda. Encerrarse es una opción, pero ya no funciona. Se agazapó el Lyon y acabó cuatro veces ruborizado. Ni atacar, ni esconderse, ni marcar pronto, ni hacerlo tarde. Existe un camino, no obstante. Para ganar en el Bernabéu hace falta enjaular a Cristiano, maniatar a Xabi Alonso, marcar el primero en el 46' y el segundo en el 91'. Todo ello, siempre y cuando Marcelo no enrede y Özil no haga versos. También conviene estar atento a Sergio Ramos en los córners. Y a Di María entre líneas.

En esa tesitura se encuentra el Villarreal. Su plan de fuga (con vida) está tan repleto de condicionantes, enmiendas y excepciones que su entrenador ha preferido apostar por el coraje. Jugar, así lo entendemos nosotros, a la improvisación superviviente. Agarrarse al partido con uñas y dientes. Hasta con fútbol.

A quien diga que el Villarreal nunca llegó tan mal a esta plaza habrá que contestarle que jamás ha ganado en el Bernabéu, ni en sus mejores tiempos. Sólo falta comprobar si la ilógica del fútbol es reversible. Si con el equipo contra las cuerdas y el entrenador igual se juega mejor.

Entretanto, el Madrid no se inmuta. Y no es desprecio. Es que los motores de su avión no le dejan oír. Más que cambiar piezas, las intercambia. Se esperan rotaciones que afectarán al delantero centro (Benzema por Higuaín) y quizá al mediapunta (Özil por Kaká). Lo demás se mantiene, incluido el flamígero Khedira.

El Villarreal exhibe nombres ilustres (Borja, Cani, Rossi...), pero se emborronan con la estadística: una victoria en ocho partidos y ningún triunfo fuera. La duda es saber si el equipo ha tocado fondo y la paradoja es que ayudará haberlo tocado, porque sólo le quedará subir. Y tocar madera.