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Liga de Campeones | Barcelona 2 - Milán 2

Otra lección de concentración

El Milán marcó en el primer y en último minuto. De nuevo, el Barça dio las cosas por hechas antes de tiempo. Pedro y Villa marcaron para el Barça.

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<b>ACERTADO. </b>El central brasileño Thiago Silva fue el encargado de conseguir el tanto del empate para el Milán en el tiempo de añadido y a la salida de un córner.
ACERTADO. El central brasileño Thiago Silva fue el encargado de conseguir el tanto del empate para el Milán en el tiempo de añadido y a la salida de un córner.

El Barça tiene un problema. Y grave. Es un equipo que gracias a su descomunal rendimiento de los últimos años tiene un crédito desorbitado, ríase del Bundesbank. Pero es un equipo despistado, como se supone que son la mayoría de genios. Sus despistes se maquillan enseñando la hoja de servicios más reciente, pero lo hecho, sirve de muy poco. Ayer se demostró cuando un grupo de futbolistas camino de la retirada, con honrosas excepciones, le dio a los de Guardiola la segunda lección de concentración en tres días. El Milán descubrió que el emperador, a veces sale de casa en calzoncillos. Decir eso es un anatema en diversos foros, pero parece que los jugadores del Barça han tomado la malsana costumbre de dar por hechas cosas antes de tiempo contra rivales que nunca dan nada por perdido. El sábado fue la Real Sociedad, ayer fue el Milán. Como dicen por aquí, que se lo hagan mirar.

Un gol en el primer minuto y otro en el último le bastaron al Milán para sacar un empate del Camp Nou. Ambos se lograron en momentos en los que daba la sensación de que los de Guardiola estaban pensando en otras cosas. No es especialmente grave este empate si se toma desde una visión angular. Nada está perdido. Pero las sensaciones, a no ser que seas militante de la causa, dan que pensar. Son demasiadas desconexiones en muy poco tiempo.

Retrato.

El partido de ayer, además, retrata a un equipo acomodado. Dirán lo que quieran, pero un conjunto que encaja el primer gol a los 24 segundos y el segundo en el descuento, es un equipo que no está en lo que tiene que estar. Aquí y en Sebastopol. Luego está que se trata del mejor equipo del mundo, que lo ha ganado todo y lo que quieran. Pero si sales en calzoncillos a la calle por segundo día consecutivo, alguien tiene que decírtelo aunque duela.

Pato tardó menos de medio minuto en retratar el despropósito que es situar a Busquets de central. Le sentó en un sprint nada más sacar de centro que acabó en un uno contra uno contra Valdés. A partir de ahí, todo era subida.

Y el Barça la subió gracias a Messi, porque pocos argumentos más allá del argentino tenía Guardiola sobre el césped. Ni presión, ni ocupación del espacio, ni ritmo de juego. La cosa estaba en darle el balón al argentino y que se inventara cosas. Como la falta que tiró al poste o la jugada en la que se toreó a cinco y que permitió a Pedro maquillar un partido nefasto. Por lo menos, se empataba antes de la media parte. Pero se perdía a Iniesta por lesión

En la segunda, sólo hubo un equipo sobre el campo. Un equipo que era el Barça, claro. Un equipo que marcó de falta directa gracias a que alguien pensó en Villa a la hora de tirar un golpe franco. El 2-1 daba por sentado que la cosa estaba hecha. Pero eso es disculpable en el caso de los espectadores. Los jugadores, viendo la nula resistencia del rival, que está más para pedir la tarjeta rosa de acceso al bus que para jugar la Champions, se lo tomaron con calma. Y resultó que el 2-1 no fue bastante. Un córner en el descuento retrató de nuevo la monumental siesta eterna de los de Guardiola.