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Liga BBVA | REAL MADRID 4 - GETAFE 2

Hay Liga y hay Benzema

Doblete decisivo del francés. Error grave de Clos, que convirtió en penalti una falta de Cata con 1-1. Soberbio pase de Cristiano en el 3-1. Gran Getafe.

Luis Nieto
Actualizado a
<b>EL MEJOR. </b>Benzema marcó anoche dos goles y se estrenó en la Liga por la puerta grande. El madridismo ya confía plenamente en el francés. Los tiene entregados.
EL MEJOR. Benzema marcó anoche dos goles y se estrenó en la Liga por la puerta grande. El madridismo ya confía plenamente en el francés. Los tiene entregados.

Quizá no sea lo que pareció. Quizá la Liga no ande tan malita de desigualdad. El mejor Madrid posible, agrandado en el ánimo por el pinchazo del Barça, anduvo en vilo frente a un Getafe con una tercera parte de su plantilla inhabilitada. Encontró el atajo en un penalti de Cata a Cristiano al que le faltaron tres dedos para serlo y escapó por ahí, y por el tino de Benzema, de un mal trago. Del huracán de Zaragoza quedó sólo la cola, quince minutos. Luego un Getafe impecable le recordó que no le sobra tanto para transitar por la Liga.

El Getafe tuvo el mérito de no asustarse ni ante las inclemencias ni ante los accidentes. Minimizó los daños cuando se jugó al brutal ritmo del Madrid y ofreció respuesta cuando presintió que amainaba. Para el Madrid hubo sol, viento y lluvia. Fabricó ocasiones hasta que fueron multitud pero admitió dos goles y vio a Casillas hacer demasiados juegos de manos. Hubo más fuego cruzado del que esperaba. Coentrao fue bueno para unas cosas (la mayoría) y no tanto para otras, Xabi se vio desbordado, Özil tuvo poca llama y Carvalho volvió desmejorado de su bronca nacional.

El Madrid tomó impulso en el empate del Barça, que se había dejado segundos en una etapa llana, y tuvo una puesta en escena estupenda. En 15 minutos vació el cargador: ocho disparos y un gol. Colocó el partido a la velocidad de la luz y de ese ritmo se bajó el Getafe sin rechistar. Benzema se metió en su nuevo papel de devoracentrales y con eso, el toque de Özil, el sonajero de Marcelo y el empuje de Coentrao adivinó otro festín. Incluso Cristiano anduvo despojado de vedettismo para contribuir a la causa. El zumbido aturdió al Getafe.

Coentrao.

Se detecta que el Madrid ha pulido el juego a un toque en el tramo final. Velocidad, desmarque y precisión reunidos en tiempo y forma. Así llegó el 1-0, tras espectacular secuencia Özil-Marcelo-Coentrao-Özil-Benzema. Se repetiría después, con peor estocada de Coentrao, que no contiene su vocación de llegador, virtud y pecado, según los casos. Se ahorra en exceso los trámites, pero le encontrarán siempre cuando huela a gol.

Después se abandonó el Madrid y fue recapitalizándose el Getafe. El partido se le hizo más habitable en cuanto el rival le quitó velocidad a su carga. Y en esas llegó el gol de Miku, habilitado por Coentrao. Entonces afloraron su virtudes: la picardía de Sarabia, el peligro sordo de Pedro Ríos, el gatillo fácil de Miku, su jugador más influyente.

Y se entró en el intercambio de golpes. Pegó más el Madrid, pero también tocaron su mandíbula. Cristiano mandó una chilena al palo; Coentrao falló un gol a puerta vacía y le anularon justamente otro; Clos, el de los trece errores (catorce ya), vio penalti de Cata a Cristiano donde sólo había falta. Equivocación de bulto, quizá decisiva. Luego llegó el pase de Cristiano a Benzema para el 3-1, pieza de orfebrería de 40 metros de longitud. Un gol de alta costura. Entró Kaká para resolver lo que parecía resuelto y Miku decidió que habría pelea hasta el final, tras desempañar, con un recorte a Carvalho, el camino al 3-2. Higuaín, previo taconazo de Kaká, tuvo la última palabra. Fue la puntilla a un Getafe que casi arruina la apocalíptica campaña de Del Nido.