El futuro de Luis Enrique en el Roma se complica

El futuro de Luis Enrique parece más oscuro que cualquier previsión que se haya podido hacer sobre su estancia en el banquillo del Roma. Cuando se toca a Totti se provoca un incendio, y el entrenador español tuvo el coraje de quitar al capitán en el partido de vuelta de la Europa League ante el Slovan de Bratislava y, además, reconoció que es un futbolista como cualquier otro. "Entiendo el interés que Totti genera, pero yo soy el que hace el once y las sustituciones. Tengo motivos para que decidiese cambiarle, pero no pienso hacerlos públicos", afirmó tras el choque.

Estas declaraciones, para los hinchas romanistas, es como comparar al Papa con un ciudadano normal. Por eso, al final del partido europeo contra el conjunto checo (1-1 y la pertinente eliminación de la competición tras el 1-0 de la ida) Luis Enrique recibió sus primeros silbidos desde que se hizo cargo del banquillo romano. Además, toda la prensa, en particular la de la capital italiana, le acusa de no tener las ideas claras y subraya que ya está en peligro porque "el Roma, sin poder jugar en Europa, pierde mucho dinero y prestigio".

Así, la Gazzetta dello Sport criticaba ayer que el cambio de Totti "fue un sinsentido y un ataque de ego masculino que agrava las diferencias entre el técnico y su capitán". El Corriere dello Sport, por su parte, analizaba la eliminación del equipo italiano en la misma dirección: "El técnico quita a Totti y tira a la basura la clasificación de la Europa League. Una decisión completamente incomprensible que ya pesa sobre el Roma y que dificultará el crecimiento del equipo".

Hay que subrayar que todos los entrenadores que han entrado en conflicto con Totti se han marchado antes de que terminase la fecha de su contrato. El primero fue el argentino Carlos Bianchi, que volvió a su país a los pocos meses de su llegada, y el último fue Spalletti, que fue destituido hace dos años después de estar sólo dos partidos dirigiendo al equipo giallorroso. El desafío de Luis Enrique va a ser casi imposible y por eso merece toda la suerte del mundo.