Buenas sensaciones

Hasta Sandro Rosell se acercó al término del Clásico a Florentino, amigo suyo por encima de las últimas tensiones, para decirle: "Presidente, habéis jugado un buen partido". Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid y confeso simpatizante blanco, siguió en la misma línea de satisfacción en los corrillos del palco, mientras que la afición abandonaba el Bernabéu satisfecha y con buenas caras pese al empate. Nada que ver con el berrinche que se llevó tras el 0-2 de la Champions en la noche de autos de la expulsión de Pepe y los fingimientos de Alves, Pedro y Busquets. El madridismo dejó de sangrar por la herida al recuperar ante al Barça el don más preciado que le ha dado a los azulgrana la actual hegemonía futbolística: la posesión del balón.

En la planta noble del Bernabéu estaban muy satisfechos por la imagen ofrecida a medio planeta (incluida la India, que debutaba en un Clásico). A Florentino le llovían los elogios: "Así, sí, presidente. Han empatado por dos golpes de fortuna, pero el fútbol lo ha puesto el Madrid. Les hemos dado donde más duele. El Madrid ha elaborado y ellos se han quitado la pelota de encima a pelotazos. No nos ha hecho falta un Pepe para atemorizarles. Lo hemos hecho con la pelota".

Veteranos. Los mensajes echaban humo y a algún directivo interesado en el morboso asunto le llegó el acertado comentario de Jorge Valdano en el nuevo y relampagueante Carrusel de Manu Carreño y Ponseti: "Tantos minutos más de posesión del Madrid ante el Barça es algo poco habitual en la historia reciente". Los veteranos, desde su palco, se miraban y asentían satisfechos: "Este es el Madrid que queremos. Mandando, pidiendo la pelota, buscando la portería del Barça desde el minuto uno y llevando la voz cantante". Pachín, Peinado Pepe Goles, Antonio Ruiz y Don Francisco Gento secundan este optimismo que para muchos puede iniciar un antes y un después.

Otro ganador de la velada fue Mourinho. Para empezar, en la megafonía preambular al inicio del Clásico fue, con diferencia, el más vitoreado por la afición cuando se citó su nombre, por encima de Casillas, Cristiano, Özil y Benzema. El portugués correspondió enamorando hasta a sus críticos más ácidos con su apuesta valiente y futbolera. Los primeros veinte minutos tardarán en olvidarse, con el Barça desorientado y achicando agua como podía, Messi sin tocar una pelota, Casillas sin recibir ni las buenas noches y Valdés haciendo horas extra. En la cúpula del club se valora mucho este cambio: "Mourinho disgustó a muchos en la noche de la Champions por jugar al 0-0 en el Bernabéu, lo que hizo evidente que aún no conocía del todo cómo es la idiosincrasia del Madrid y más ante su afición. Pero el domingo dejó claro que ya está empapado de nuestra cultura. El Madrid salió a ganar y con 1-0 siguió arriesgando en vez de especular con la diferencia. Por eso, la afición se fue satisfecha pese al empate final. Este es el Madrid que quiere ver su gente". Los propios jugadores variaron su discurso. Tras aquel 0-2 frustrante en las semifinales de la Champions, Cristiano puso el dedo en la llaga: "No me gusta jugar así, pero tengo que adaptarme". La crítica nada velada a su entrenador le valió ver el Madrid-Zaragoza desde la grada

El domingo, sin embargo, el Bota de Oro modificó por completo su valoración: "Jugamos un buen partido. Tuvimos más ocasiones que ellos, mayor posesión, mayor control y merecimos ganar. Ésta es la línea a seguir para lograr nuestros objetivos". El madridismo se apunta al titular de la portada de ayer de AS: Este Madrid sí puede. Mourinho ha ganado otra batalla: la futbolística. Sólo le falta levantar mañana la Supercopa en el Camp Nou para tocar el cielo...