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Liga BBVA | Real Madrid 1 - Mallorca 0

Salvados por Benzema

Un gol del francés tumba a un Mallorca correctísimo. Nsúe chutó contra un palo y Webó pudo empatar en el descuento. La entrada de Xabi y Özil, clave

Actualizado a
<b>Casillas evitó el empate en el segundo minuto del descuento</b> El partido estaba a punto de llegar al final. Corría el minuto 92 cuando el Mallorca se volvió a adentrar una vez más por la banda derecha con peligro. Nsúe controla el balón en el área. Espera la entrada de Webó y le deja solo ante Casillas. El camerunés, escorado, remata a bocajarro y se encuentra con un providencial Casillas, que repele el balón.
Casillas evitó el empate en el segundo minuto del descuento El partido estaba a punto de llegar al final. Corría el minuto 92 cuando el Mallorca se volvió a adentrar una vez más por la banda derecha con peligro. Nsúe controla el balón en el área. Espera la entrada de Webó y le deja solo ante Casillas. El camerunés, escorado, remata a bocajarro y se encuentra con un providencial Casillas, que repele el balón.

El concepto clínico de formaciones reactivas alude a los hábitos psicológicos que se manifiestan en sentido opuesto a un impulso primario. No huyan, me explico. Lo que nos dice la ciencia es que Mourinho podría esconder en su interior a un hombre dulce y bondadoso que ruge por miedo a ser agredido. De la misma manera, y en dirección contraria, sería posible deducir que la introversión de Benzema no es más que el pudor de un jocoso reprimido. De modo que para alcanzar el mundo feliz sólo hay que dar la vuelta a los dos guantes. Hacer coincidir esas pulsiones en un punto medio. En la Champions, pongo por caso.

A la espera del prodigio, el Madrid ganó al Mallorca. Fue un partido espeso, pero revelador. Un encuentro que sirve sin haber merecido demasiado la pena. Analizado desde el punto de vista del ganador, la primera conclusión es que hay puestos sin reemplazo. Luego profundizaremos. La segunda es que Benzema, como Teruel, existe. Y además es útil en lo suyo.

No negaré aquí que Benzema falla los goles que marcarían muchos delanteros, pero también hay que reconocerle que consigue algunos al alcance de muy pocos. Ayer, por ejemplo. Con el partido encallado, completó un movimiento en el área que equivaldría a un paso de claqué. Ese mínimo baile le dio la ventaja precisa para librarse de Ramis, soltar la zurda y batir a Aouate. Gol, el puño en alto y una leve sonrisa. El jocoso asomando.

Hasta el gancho de Benzema habíamos asistido a una hora de fútbol trabado, donde lo mejor de cada equipo llegaba después de un error del contrario. Era, por lo demás, un partido engañoso. El dominio del Madrid hacía olvidar que las mejores oportunidades habían sido del Mallorca. Y claras. Nsúe remató al palo a los 12 minutos y al inicio de la segunda parte Webó enganchó una media volea que repelió Casillas con su extraña facilidad para evitar tragedias.

Mourinho advirtió pronto los problemas. A la media hora ya tenía calentando a Xabi Alonso y Özil, acompañados del resto del banquillo para que no se sintieran solos. Tras el descanso, entraron en lugar de Gago y Kaká. Y no es que los sustituidos hubieran estado especialmente desafortunados, no seamos tan crueles. Ocurre, simplemente, que el equipo no tiene sitio para dos jugadores en rodaje que, además, cubren el puesto de dos futbolistas esenciales, casi al nivel de Cristiano o Casillas. Hasta Di María permite un cambio (por Pedro León) que no admiten ellos.

Se hizo mejor el Madrid. Y el Mallorca siguió siendo lo mismo, pero un poco más cansado. En consecuencia, el gol de Benzema fue una cuestión de estadística, otro cántaro en la fuente. Mourinho lo celebró con una prudente contención, dejando ver al hombre reposado que habita en su interior.

Notable.

El Mallorca había llegado hasta esa frontera sin hacer nada mal. Laudrup nos mostró a un equipo que optimiza sus recursos y no es otra cosa lo que se pide a un entrenador. Nsúe salió del Bernabéu como estrella emergente, los centrales como dos colosos y si alguien sigue buscando nueves tendrá que contar con la mano alzada de Webó. Hasta el pequeño Ratinho, relevo de Cendrós, mostró buenas maneras.

Purgaremos todo lo que ocurrió entre el gol de Benzema y la última ocasión de Webó. Y lo haremos por el bien del francés, que en esos minutos se enredó en un ovillo de ocasiones falladas. Contemos esas oportunidades como aprendizaje para el futuro (para el miércoles, sin ir más lejos), cuando cada gol merecerá una estatua.

Ya en el tiempo añadido, Casillas ganó el pulso final a Webó. Ignoro si Iker oculta en su interior a un joven miedoso, pero en su caso se recomienda que, por favor, no le dé la vuelta al guante.