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Copa del Rey | Atlético 0 - Real Madrid 1

Una victoria sin discusión

Superioridad total del Madrid en el Calderón. El gol de Cristiano en el minuto 22 terminó con la intriga. El Atlético apenas se acercó al área de Casillas

Actualizado a
<b>IKER SE LUCIÓ. </b>Casillas firmó esta bella palomita en el 50' para atajar un disparo de Fran Mérida. El capitán blanco tuvo una noche muy plácida. Fue su única parada.

El Real Madrid , en semifinales de Copa, contra el Sevilla , y el Atlético tan superado por el derbi como en los últimos once años, veinte partidos que han construido un complejo que ya podría renovar la pregunta filosófica del niño rojiblanco: ¿Papá, por qué siempre perdemos contra el Madrid?

La intriga duró poco, hasta el minuto 22, gol de Cristiano. Fue una intriga meramente teórica, también hay que decirlo. En la práctica el Madrid parecía controlar la situación sin que le hiciera falta poner demasiado. No hubo rastro del temido arreón del Atlético, ni el fuego del infierno ni la llama de un mechero. Hasta para eso es necesario el fútbol; un poco, al menos. Algo de confianza, si acaso, alegría de vivir. Nada. La única ocasión de quien debía ser acosador llegó por una pifia de Casillas, que estrelló un despeje contra la presión de Reyes y el rebote casi acaba en gol.

Mourinho hizo cambios en el once. Insistió en la suplencia de Benzema (en verano habrá que venderlo al peso), sentó a Kaká y subió a Marcelo hasta el centro del campo, con Arbeloa por detrás. No le fue mal al equipo, pero tampoco señalaremos que le fue mucho mejor. No importa, para ser sinceros. El Madrid ejerce una superioridad sobre el Atlético que poco tiene que ver con los movimientos tácticos. Es un dominio técnico y moral, un asunto para tratarlo con el paciente recostado en el diván.

Quique, por su parte, apostó por Elías, Tiago y Fran Mérida. Tampoco se advirtió ningún efecto revitalizante. El nuevo es un obrero más, el portugués está por alcanzar su mejor forma y Mérida aún precisa tiempo de cocción. Su reunión en el medio ni aseguró la pelota ni compensó la suplencia de Juanfran.

Nueve. El gol del que ya hemos hablado se cuajó en el primer despliegue serio del Madrid, cuando asomó medio cuerpo al balcón del área enemiga. Después de dos intentos, e hilando la misma jugada, un centro de Sergio Ramos tocó en Filipe y Cristiano apareció como el mejor nueve del mundo, que tal vez lo sea. Fue un remate incontestable, de los que hinchan la red.

Muy poco después, el Atlético interpretó la lesión de Reyes como un augurio funesto, casi como una señal de los dioses: tampoco sería esta vez. Diego Costa fue el relevo del jugador herido y recién incorporado completó una magnífica internada por banda en la que nadie creyó. El balón se paseó por la portería de Casillas sin encontrar perro que le ladrara.

El Madrid no tuvo interés en más. Siempre dio la sensación de guardarse algo, mucho, y nadie mejor que Cristiano para simbolizarlo. Después de marcar gol y de varias carreras poderosas, quiso asistir a Di María de tacón, y si se le hubiera exigido más hubiera dado más, goles, galopes y taconazos.

En la segunda parte, Fran Mérida fue quien estuvo más cerca del empate. Recortó con habilidad en el área, pero su disparo salió flojo y modosito. Es una evidencia: sin Kun, no hay fuego. Ni esperanza.

Marcelo pudo ser víctima de un penalti y lo fue seguro de un fuera de juego que hubiera terminado en gol. Pero a esas alturas ni el árbitro importaba. No había ni para discutir y tal vez sea eso lo peor que se puede decir del Atlético: ni discutió.