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Liga BBVA | Sporting 2 - Sevilla 0

Gijón revienta el efecto Manzano

El Sporting, arrollador y vital, somete al Sevilla. Obras de arte y partidazos de Sangoy y Diego Castro. Luis Fabiano fue titular pero falló con la espada

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<b>EL DUELO DEL PARTIDO. </b>Luis Fabiano y Gregory, en plena pugna mientras el guardameta Juan Pablo se hace con el balón.
EL DUELO DEL PARTIDO. Luis Fabiano y Gregory, en plena pugna mientras el guardameta Juan Pablo se hace con el balón.

El Sporting destruyó el efecto Manzano en un partido admirable de fútbol y corazón. La mezcla, imparable y deseada pero inusual en este juego, fue perfecta. Y por eso el Sporting pasó por la aspiradora al Sevilla, que aunque le puso intensidad no aguantó los voltios de los chicos de Preciado, que lo achicharraron con su empuje y lo desmoralizaron con dos jugadas de cuadro. La primera, que posiblemente decidió el partido, nada más empezar. Un pase de tiralíneas de Rivera que remató Sangoy, delantero argentino que ha llegado para buscarse jornal en España desde Chipre y anoche se descubrió como un delantero esforzado que le dará réditos al Sporting. El segundo gol, de museo, fue de Diego Castro con un taconazo que hubieran firmado especialistas históricos de la materia como Madjer. Al Sevilla no le bastó ni el digno regreso de Luis Fabiano, que tuvo un duelo de boxeador con Gregory y que aunque no marcó ni ganó demostró estar todavía en la Liga española, algo que incluso se podía dudar después de sus últimos movimientos y de los deslices de su agente. Fabuloso estuvo cerca del gol pero no lo encontró. Era una noche para corazones sportinguistas.

Al Sporting le gusta jugarle al Sevilla con fuego en los ojos. Es su tradición. Y así salió, a doscientos y como un avión. Si el Sporting alcanzó el gol tan rápido fue por su voluntad. Nada más empezar, Sangoy dejó en evidencia a Escudé y Miguel Cuevas disparó. Era un gol hecho pero Palop, eléctrico todavía con 37 años, sacó la mano izquierda en un disparo a contrapié. Prodigioso. Pero el valenciano no hace imposibles (aunque casi al final hizo una parada que rozó lo paranormal). Un minuto después, Fernando Navarro desprotegió su zona después de un saque de esquina y aunque Renato intentó ocupar su posición llegó tarde y se comió el fenomenal pase de Rivera y el desmarque de Sangoy. Su remate parabólico puso boca abajo El Molinón, que vive sus partidos contra el Sevilla en un ambiente que tiene más de derbi asturiano que de partido ordinario. El Sevilla estuvo sonado un buen rato y a Manzano no se le vio feliz porque supo que ya tendría que jugar contra corriente todo el partido. Encajar un gol a los cinco minutos en Gijón es demasiado.

Pero el Sevilla se fue poniendo en pie poco a poco y para eso se agarró a Luis Fabiano, que quiso más que nunca pero que en la primera parte se quedó a milímetros del gol. Primero después de un buen control con el pecho y un remate con la pierna izquierda y después en una jugada en la que pidió penalti de Iván Hernández. No lo pareció. Al brasileño, comprometido y con un duelo apasionante con Gregory, le acompañó luego Alfaro. Juan Pablo le sacó una mano espectacular al portero.

La cuestión cuando terminó la primera parte era si el Sporting soportaría su ritmo infernal, casi sobrehumano, o caería. Diego Castro tardó en responder cinco minutos. Su taconazo a la media vuelta resultó indescifrable para Palop y casi para él, que no estaba ni orientado cuando la pelota entró. Es el premio a la improvisación de un futbolista hecho a sí mismo que en sus primeros días tuvo que luchar contra la sombra de su padre-entrenador y ahora supera su historia de largo. Merece un aplauso. El partido del Sporting fue coral, seguro que mejor de lo que había imaginado Preciado delante de la pizarra.

A pesar de unos cuantos empujones más, el Sevilla, que no ofreció una imagen lamentable pero sí careció de maldad delante de la portería rival, sacó bandera blanca pronto. Desarmado, Manzano intentó que el equipo no se cayera con Guarente y Kanouté. Pero no lo consiguió. Al fondo, tal vez, vio el sombrío viaje a Ucrania que le espera. El partido acabó con el Sevilla arrollado por el Sporting en una de sus noches más felices de la temporada. Lejos de nuevo de la zona baja. Para Manzano queda la reflexión. Ahora es cuando el sevillismo pedirá que aparezca su efecto.

El detalle: chispas con Rivera, disgusto de Negredo

Rivera y Guarente se encararon en la segunda parte después de una entrada sobre Konko cuando intentaba salir al contragolpe. Otra de las imágenes del partido fue el disgusto de Negredo cuando fue sustituido por Kanouté. El vallecano, en buena forma, no desentonó y pensó que el cambio debía ser otro.