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Champions League | Rubin Kazán 1 - Barcelona 1

El Barça se lía en Kazán

A Pep se le sigue atragantando el Rubin. Noboa y Villa marcaron de penalti. Los rusos nunca perdieron el orden. El Barça jamás perdió la fe

Actualizado a
<b>RODEADO POR LOS RIVALES.</b> Messi, cuando salió en la segunda parte, fue un constante quebradero de cabeza para la defensa del Rubin Kazán.
RODEADO POR LOS RIVALES. Messi, cuando salió en la segunda parte, fue un constante quebradero de cabeza para la defensa del Rubin Kazán.

El Rubin Kazán es, por estilo de juego, abuso del orden, desprecio de la inspiración y escasez de alegría, la némesis del Barça. Ayer lo fue de nuevo. Para los de Guardiola, jugar ante el Rubin es como visitar al urólogo. Si se tiene que hacer, se hace, pero sabes que vas a pasar un mal rato. Lo ideal, sería que todo se liquidara en un decir amén. Pero la realidad es diferente. Son partidos que hay que masticar del primer al último minuto, sin dar nunca al brazo a torcer. Ayer, el Barça hizo todo lo que se suponía que tenía que hacer y tan sólo pudo arrancar un triste empate a uno con el que darse con un canto en los dientes. Y gracias, porque la última gran ocasión fue del equipo ruso, que mediante Martins envió un balón al palo.

Cuando un partido acaba en empate a uno y ambos goles se marcan de penalti, lo normal es pensar que fue un encuentro equilibrado. Para nada fue así en Kazán. Desde el principio, el Barcelona se hizo con el balón, arrinconó al Rubin y trató de buscar siempre la portería de los rusos.

Los de Guardiola hicieron justo lo que Berdiyev esperaba. El Rubin da la sensación de sentirse en su salsa repeliendo asedios. Lo del espíritu de Stalingrado tiene en el Rubin una versión futbolera asombrosa. Ya les puedes acogotar, que nunca pierden el orden, ni cuando Pedro, a los 12 minutos disparó al larguero. En cambio, a la que que el rival se descuida, sacan de la nada una contra que lleva veneno.

Mandíbula de cristal. Así sucedió al filo de la media hora de partido. Pedro había chutado al travesaño, Villa merodeaba el gol y el Rubin no pasaba de medio campo. Pero la primera vez que cruzaron la frontera, Valdés despejó mal, Alves llegó tarde a la ayuda y cometió penalti. De la nada, los rusos habían sacado petróleo. Para más inri, Valdés estuvo a punto de parar la pena máxima, pero el zambombazo de Noboa se incrustó en la red después de tocar su rodilla.

Si con 0-0 el partido era un calvario, con el 1-0 era una tortura china. De nuevo, el Barcelona había demostrado que hace falta muy poco para crearle una ocasión de gol. El Hércules le chutó dos veces y le marcó dos goles, el Panathinaikos le hizo uno de uno al igual que el Athletic y el Atlético de Madrid. El Rubin también mojó la primera vez que avistó a Valdés.

Pero el Barcelona supo sobreponerse a su mandíbula de cristal y no cejó en el empeño de buscar la portería rusa. Con paciencia, con mucha paciencia.

La segunda parte comenzó como la primera, con un Barcelona dominando el juego y tratando de elaborar fútbol ante la férrea defensa de los rusos. La única manera de distraerles, debió pensar Pep, era sacar a calentar a Messi. Y dicho y hecho. Salió Leo a ejercitarse en la banda y los focos se fueron hacia él. Y en ese mismo momento, Iniesta encontró una rendija, se metió en el área y fue objeto de un claro penalti, que Villa convirtió, cómo no, sufriendo. Así son las cosas en Kazán.

Con Messi ya en el campo, el Barcelona se volcó en busca del segundo ante unos rusos impasibles que a pesar de parapetarse en su área, fueron los que tuvieron la mejor ocasión del partido. Una tortura de principio a fin.