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Amistoso | México 1 - España 1

Un poco de Xavi es mucho

La conexión del tiqui-taca salvó a España en el 91'. México se aprovechó de la merma de la Roja. Sólo se quedaron sin jugar Villa y Capdevila.

Actualizado a
Un poco de Xavi es mucho

El prestigio cuesta mucho ganarlo y muy poco perderlo. Pero este principio universal no está en el manual de estilo del Villarato, que tampoco recoge otro axioma básico del fútbol: se juega como se entrena. España estuvo a merced de México durante casi todo el partido, pero una conexión pura del tiqui-taca entre Xavi y Silva dejó en empate un partido que la Roja tuvo perdido, que no entregado, durante 89 minutos.

El mal trago hay que apuntárselo a Villar, que sacó a subasta la estrella de campeones del Mundo en México por un puñado de dólares. Y lo hizo en un escenario mítico, el estadio Azteca del Distrito Federal, un campo en el que levantaron la Copa del Mundo Pelé en 1970 y Maradona en 1986. La misma copa que Villar llevó a la Virgen de Guadalupe... y que pronto llevará ante Santiago Apóstol. A Dios rogando y con el mazo dando...

Los jugadores españoles, fuera de forma, recién llegados en tropel de vacaciones, no resistieron el ritmo del rival, que salió a por el partido sin ninguna concesión. México celebraba el Bicentenario de su Independencia y el Centenario de la Revolución de Zapata. Del Bosque, que conocía los riesgos, optó por un once experimental en el que había ocho campeones del Mundo, sí, pero sólo tres titulares. Casillas, Puyol y Busquets, los dos últimos sin un sólo entrenamiento desde el pasado 11 de julio, desde la final de Johannesburgo. Hicieron lo que buenamente pudieron, que fue mover el balón lentamente para dejar pasar los minutos, no meterse en demasiados líos y tratar de evitar una derrota humillante.

Pero la estrategia duró poco, hasta el gol de Chicharito Hernández, el nuevo ídolo de México, tras una falta de entendimiento entre Arbeloa y Puyol. Después del gol del jugador del Manchester United, todo se complicó aún más para España. Sólo Cazorla, con un tiro que se estrelló en el larguero, llevó peligro a la portería rival en la primera mitad. Casillas, poco después, evitó con un paradón el segundo tanto de México. Sacó de un manotazo el remate raso y ajustado de Vela. Para España lo mejor era mantener el resuello a mil doscientos metros de altitud y sin la preparación adecuada. Esa vergüenza torera sí que la mantuvieron los campeones.

En la segunda parte, Del Bosque dio entrada de golpe a Valdés, Ramos, Xabi Alonso, Silva y Navas, a los que poco después se sumó Xavi y más tarde Piqué y Pedro. El tiqui-taca, con la ausencia de Iniesta, casi en pleno. Pero el problema seguía siendo el mismo: la falta de ritmo, de entrenamiento en suma, de los campeones, que no tienen la culpa de que les trajeran hasta aquí aún en chanclas y bañador, directos desde la playa.

Pero España apretó en ese tramo. No tanto por fuerza y condición física, pero sí por talento y toque. Según fueron entrando más campeones se fue arrugando México, hasta que lo hizo Xavi, que fue de los últimos en aparecer. Le bastaron poco más de veinte minutos para encontrar la conexión con uno de sus mejores socios, Silva, que aprovechó la ocasión.

España pudo con los elementos y empató un partido que tenía perdido. Gracias a que un poco de Xavi Hernández es mucho y también, qué caray, a la suerte del campeón.