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Alemania 0 - España 1 | La contracrónica

"¡Yo soy español...!"

Domingo, 11 de julio. Estadio Soccer City de Johannesburgo. España, "¡A la final!", que gritaría Relaño. La cabeza volcánica de Puyol obró la hazaña. "¡Goool, goool!", que bramaría Camacho, el último patriota. Españoles, la Historia nos espera...

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"¡Yo soy español...!"

Orgullo en rojo y gualda. Millones de españoles durmieron anoche más felices que un ocho. Nunca más un niño nacido en la piel de toro preguntará: "Papá, papá, ¿por qué somos de España?". A los alemanes les pudo caer la del pulpo, como ya profetizó ese cefalópodo sabio y racional llamado Paul, que nos anticipó lo que iba a suceder en las playas de Durban. Fue una experiencia única, jamás imaginada en nuestras castigadas mentes, poco educadas en la cultura del éxito. Aquí vivíamos de las machadas genialoides e individuales de Bahamontes, Santana, Angel Nieto o Ballesteros, actualizadas en la era del twitter con Nadal, Gasol, Alonso y Contador. Pero eso de tener a la mejor selección de fútbol del planeta no estaba escrito en nuestros diez mandamientos. ¡Qué manera de jugar! ¡Qué manera de sentir! Esta noche quiero regalarle mi pluma emocionada a Vicente del Bosque. El hombre que me enseñó que se llega más lejos siendo honesto, templado y sincero. Del Bosque es el mejor entrenador de la historia nacido en España. Dentro de treinta años, los libros de la ESO lo recordarán: "Del Bosque, el hombre del bigote generoso y la mirada remansada, hizo creer a España con su equilibrado discurso que ya éramos los mejores, sin complejos, sin heridas, sin prejuicios, sin tensiones...". Don Vicente, usted ha dejado claro el camino para las futuras generaciones. Su libro de estilo será objeto de estudio en las universidades del fútbol. ¡Viva Salamanca y la madre que le parió a usted!

A la calles. Ya sabíamos que millones de españoles iban a invadir nuestras plazas y fuentes para celebrar esta gesta sin precedentes. Pero lo que me puso la piel de gallina fue que mi amigo Balbino, que ayer cumplía 51 años, me telefonease llorando desde su restaurante español de Brujas, donde reunió a 62 belgas que se pusieron la Roja y la bufanda de España para aliarse con el buen gusto y el fútbol del siglo XXI. Que los belgas te griten por teléfono "¡Viva España!" es como para parar la rotación de la Tierra y viajar a Urano para decirle a los extraterrestres (haberlos haylos): "¿Lo ven? Esto es el fútbol de ciencia ficción por el que tanto nos han preguntado sus emisarios". Ahora entiendo más que nunca a esos admirables "Españoles por el Mundo". Ellos trasladan por los cinco continentes la buena nueva de pertenecer al país donde el fútbol se reinventó hasta convertirse en objeto de culto.

San Fermín Puyol. El momentazo del año. Viva Puyol subiendo a los cielos de Sudáfrica para conectar un cabezazo digno de un emperador. Toro bravo. Héroe con botas. Casta en rojo. La cabra de la Legión. El waka waka de Shakira. Rizos de oro. Bemoles azulgrana al servicio de esa España orgullosa de tener a media Selección trasladando el esplendor del Barça al equipo nacional. Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Pedro, Villa o Iniesta han logrado que el resto olvidemos los colores cotidianos para fundir nuestros corazones en torno a esa camiseta roja que se ha apoderado de nuestras vidas. Como me dice mi amigo Gabi, más vikingo que este servidor: "Yo soy de Puyol, de Puyol, de Puyol, de Puyol...". ¡Viva España, Carles!

I Love Casillas. Me llamo Tomás y no Sara, pero me veo obligado a mandarle esta carta amorosa a Iker, el auténtico amuleto que nos llevará a la cima del mundo mundial. Como canta mi amigo Ángel Capel en su último disco: 'Donde esté tu corazón, ahí estaremos'. Iker, nunca caminarás solo. Tus guantes son nuestra red de seguridad. Tus paradas, nuestra fe en la vida. Con tus dos estiradas mágicas has logrado por fin que Löw meta a lavar su jersey. Y ahora, ¡TIEMBLA HOLANDA!