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España - Honduras | La contracrónica

¡España, espabila!

Los 5.000 que desafiaron a la crisis económica y a las diez horas de avión para vibrar con su Selección no merecían un espectáculo tan pobre. Ganamos, sólo faltaba. Y eso que esta Honduras era una sombra del equipo que nos amargó en el 82.

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¡España, espabila!

¡Más sangre!. Ganamos, pero ¿somos felices? No. Esta no era la hoja de ruta designada para conquistar ese Mundial que jamás ha reposado en nuestras manos ibéricas y taurinas. Recomiendo a Del Bosque que esta misma tarde ponga a sus chicos la película Invictus. Fue la terapia que me apliqué en el airbus de Air Europa que nos trasladó a Johannesburgo para dar aliento a esa Roja que nos tiene obsesionados con hacer historia el 11 de julio. En ese maravilloso film de Clint Eastwood, se ve a Nelson Mandela (que en muchas cosas me recuerda a Del Bosque con su flema admirable) convenciendo a la población negra de Sudáfrica que la Copa del Mundo de rugby de 1995 era importante para la unión de Sudáfrica y la erradicación del odio racial. Actuó con más cerebro que corazón, pero pensó en el bienestar general y el objetivo final. Justo fue en el estadio Ellis Park donde los Springboks tumbaron a los All Blacks de Lomu. Milagro y sueño en una misma pieza. El capitán Pienaar llorando de emoción y los negros y blancos de Sudáfrica abrazados en torno a esa Copa que pasó a la historia Pues ni esa magia escénica sirvió para dar la imagen epatadora de España que todos esperamos y nunca llega

Villa maravilla. Él que sí lo entendió fue David Villa. El nuevo 'nueve' del Barça desterró todos sus complejos de las últimas semanas con dos golazos de crack, sobre todo el primero. Si acaso mejora la calidad de su hazaña el obús de Maicon a Corea del Norte, pero el asturiano se ha puesto las pilas y hasta le perdono el penalti fallado que le impidió igualar el hat-trick de mi admirado Higuaín. Ya me avisó mi colega Pedro Pablo San Martín que el Madrid se arrepentiría de haber dejado escapar a Villa al Barça. Ojalá se equivoque, pero da igual porque esta noche sólo me importa mi Selección. El problema es que Villa no puede jugar con Torres. Pan más pan engorda. Helado más tarta empalaga. Mi amigo Vicente quiso contentar a los dos y no es necesario. Torres no está para ser titular y no conviene hacer las cosas para contentar a nadie, sino por el bien de España. Y el bien de España pedía como el comer a Cesc por Iniesta y dejar a Villa de gran referente en punta. Míster, yo no soy nadie y lo sabes, pero creo que algo de razón llevo

Mitos desterrados. Conste que estar aquí me sirvió para ver que hay mucho paripé en los Mundiales. Las vuvuzelas son simpáticas y no molestan (lo digo muy en serio), el frío del que hablaban es más falso que los Milli Vanilli (en mi pueblo hace más fresco en las noches de finales de agosto) y aquí no te roban a cada paso que das. Falso. Todo ha sido mentira y es bueno venir aquí con visión periodística para dejar claro que a la gente hay que contarle lo que haye, no vender pollos innecesarios para esquivar el debate futbolístico. Al contrario. El ambiente del estadio Ellis Pak fue de lujo, un crisol de razas y lenguas con camisetas rojas y bufanda de España que nos emocionó a todos. También vi a mi amigo Andrés Apeldegui (capitán del Rayet de Guadalajara de balonmano que ha ascendido a la ASOBAL) y Toneta, una culé con clase y sentido del humor que se asustó con el golpe de Piqué y vibró con los goles de su flamante fichaje: "Roncero, menos mal que ya no va a jugar Ibrahimovic. Con ese no habríamos ganado títulos, ni siquiera con vuestro Villarato. ¡Villa maravilla!".

Ilusión. Pese al flácido 2-0, vamos a ganar el viernes a Chile en Pretoria y acabaremos líderes de grupo. Pero pido a los nuestros más pasión y más juego. Hasta los hondureños habrán alucinado de la discreta imagen de su verdugo. España, así no. No vale ganar a cualquier precio