Un continuismo blandito

Dice Jaume Ferrer (Barcelona 29-11-1963 y socio 76.953) que "ser directivo del Barça no es fácil y debes saber aguantar la presión", algo que hasta el momento no ha podido demostrar. De ser insultado públicamente y defenestrado por Laporta cuando le anunció su intención de optar a la presidencia (algo que le costó su puesto en el órgano que rige el club, la Comisión Delegada), Ferrer ha pasado a ser el delfín del aún mandamás. Desde fuera se le ve muy blandito, sin un espíritu convincente y obligado a tener que acatar todas las decisiones que tome Laporta. Fue uno de los directivos espiados, aunque tuvo que escuchar la semana pasada, en el acto de presentación de campaña, cómo su superior solicitaba un "aplauso para Joan Oliver, el mejor director general" (fue el que orquestó la operación). Le acompañan un grupo de directivos que trabajaron con el aún presidente, aunque él llegó a la entidad en 2003. Ahora es el vicepresidente patrimonial y nada más aterrizar negoció el crédito sindicado para saldar las deudas de la era Gaspart, reconduciendo la economía.