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fútbol | sierra leona

Fútbol a una pierna

El fútbol les ayudó a olvidar. La selección de amputados de Sierra Leona, conformada por víctimas de la guerra civil, se encuentra en España para contar su historia.

Alejandra S. Inzunza
Actualizado a

Rubn se apoya en sus muletas y corre con el balón. Uno de los contrarios se interpone entre él y la portería pero no logra detenerlo, chuta y marca gol con la única pierna que tiene. Inmediatamente después cae al suelo. Este joven de 21 años le dio la victoria (2-1) a su equipo esta tarde en la Casa de Campo, en la que la selección de amputados "One Goal" jugó un partido amistoso con periodistas españoles.

Como a él, a todos sus compañeros les falta una pierna o en el caso de los porteros, un brazo. Son víctimas de la guerra civil en Sierra Leona y miembros de la selección de amputados "One Goal", que desde 2001 recluta a aquellas personas que han perdido alguna de sus extremidades como método de rehabilitación. "Sí, somos lo de una pierna", dice su himno, que cantan en inglés antes y después de cada partido.

"Nosotros demostramos que no tenemos nada de que avergonzarnos y que podemos seguir viviendo igual y jugar al fútbol como antes"; explica Rubn, que antes de perder la pierna soñaba con ser futbolista profesional. "Sigo con ese plan".

Cuando el director de cine Sergi Augustí vio la destreza y habilidad de cada uno de los movimientos de estos jugadores decidió quedarse más tiempo en Sierra Leona.

"Quedé alucinado con la estética de sus movimientos. Cada partido era alucinante y decidí que tenía que hacer algo". Su documental "One Goal" refleja el trabajo de nueve años en los que más de 400 víctimas de la guerra civil aprendieron a jugar al fútbol con sus muletas.

A M. Kamere le destrozaron la pierna con una ametralladora y trataron de cortarle la cabeza con un machete. Ahora tiene una cicatriz de 10 centímetros y una amputación que le recuerda todos los días su suerte a los 11 años.

Desde 1998, cuando sucedió, Kamere estaba deprimido y le costaba mirarse en el espejo. Tardó cinco años en recuperarse, cuando casualmente le invitaron a jugar al fútbol con otras personas que habían tenido un pasado similar al de él.

"Me cambió la vida. Pasé por cosas horribles pero ahora tengo algo que me emociona y que me ayuda a salir adelante".

Un giro de 360 grados

Detrás de cada jugador hay una tragedia pero también una gran sonrisa. Aseguran que lo mejor que les pudo pasar fue encontrar un balón.

"Si no hubiera perdido la pierna, probablemente nunca habría jugado al fútbol y por tanto, no estaría aquí en España. Todo pasa por algo y que hay que afrontar las cosas de la mejor manera posible", dice Mohammed.

La guerra no sólo se llevó su pierna, también a su familia. Cuando los rebeldes invadieron la aldea en la que vivía, tuvo que escapar y refugiarse en el bosque durante seis meses. No tenían comida y un día, al salir a buscarla, su pie cayó sobre una mina y explotó. Estuvo tres días sin atención médica hasta que pudieron llevarlo a un hospital. Nunca más volvió a ver a sus padres.

El fútbol dio un giro de 360 grados a estos 22 jóvenes que ahora viajan por España como parte del festival Viva África y que se definen a sí mismos como activistas que tratan de dar el ejemplo para que las cosas cambien en su país. Togo, Angola y Namibi, entre otros países africanos, han seguido su ejemplo y ya se preparan para la World Cup, el próximo octubre en Senegal.

La FIFA tiene reglas específicas para el fútbol de amputados: se juega con muletas de metal y sin prótesis, los jugadores no pueden utilizar las muletas para empujar, controlar o parar el balón voluntariamente y si un futbolista usa su muleta contra otro debe ser expulsado.

Mohammed ríe cuando recuerda peleas a muletazos. "Es fútbol, aquí pasa de todo y también hay peleas. Fuimos víctimas pero ya no los somos, ahora jugamos".