San Mamés: estación terminal

El partido de esta noche en La Catedral posee todos los alicientes propios de un final de Liga. Pese a que luego aún quedarán dos jornadas por celebrarse, el resultado será decisivo para ambos equipos. Si lo hubiese, el ganador seguiría aspirando al objetivo que persigue, mientras que el perdedor se condenaría casi irremediablemente y, desde luego, quedaría completamente a merced de terceros. Esto último sería aplicable a los dos equipos en caso de empate. Quizás la clave para situar el choque estriba en la desigual trascendencia de los puntos en juego, puesto que el Athletic lucha por colarse en Europa y el Málaga, por no bajar a Segunda.

La batalla de San Mamés se presenta crucial porque luego los dos deben medirse al Real Madrid, lo que se antoja una empresa imposible mientras continúe sin dilucidarse el título de campeón, asunto que tiene todas las trazas de producirse en la jornada de clausura. Así que, asumido que en vez de nueve serán seis el máximo de puntos a obtener, hoy no pueden fallar.

De capa caída.

La necesidad a secas de unos y la angustia vital de los otros auguran un choque dramático donde se destilarán toneladas de tensión. Pese a la distancia que les separa en la clasificación, Athletic y Málaga cruzan sus caminos inmersos en inercias muy negativas, lo que eleva los niveles de incertidumbre.

Vamos, que cualquiera sabe por dónde irán los tiros, aunque los tiros están asegurados. El margen para la especulación está agotado. No cabe esperar otra cosa que el Athletic pretenda tomar la iniciativa, no en vano actúa ante su afición, pero hasta qué punto puede el Málaga orientar su planteamiento hacia el repliegue y la contención.

Siempre se otorga una importancia especial al primer gol y no cabe duda que también hoy interesará a todos adelantarse en el marcador. No obstante, con dos equipos de capa caída, el partido se presume muy largo. Además, se anuncian lluvia y mucho frío.

Los rojiblancos sólo han sumado dos de los últimos doce puntos y han dejado de ser fiables como anfitriones. San Mamés ya no es una garantía para los de Caparrós, que no pueden disimular el agotamiento derivado de una campaña donde empezaron a competir antes que nadie, el 30 de julio.

El comportamiento de los andaluces se ha caracterizado por los bandazos. En los dos últimos meses se han vuelto a complicar gravemente la existencia, igual que hicieron en el otoño. Acumulan ocho encuentros sin ganar y evitan momentáneamente la zona de descenso por su mejor goal average respecto al Tenerife.

Noche de emociones fuertes en Bilbao, de sudores fríos y calculadoras.