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REAL VALLADOLID 0-VILLARREAL 2

Villarreal gana por primera vez en Zorrilla y prolonga el calvario local

Ángel López y Nilmar marcaron los dos goles del partido. El Valladolid sigue en los puestos de descenso y ve cada vez más lejos la salvación.

Actualizado a

El Villarreal ganó hoy en Zorrilla por primera vez en su historia (0-2) ante un Real Valladolid que cierra la Semana de Pasión prolongando su "calvario" de equipo roto y en caída libre desde hace un año.

Y es que el Valladolid buscaba hoy su primer triunfo como local del año 2010 y se jugaba muchas de sus opciones de permanencia tras una semana convulsa en la que algunos aficionados habían increpado e insultado a varios jugadores al inicio del entrenamiento del miércoles. Esta tarde también hubo silbidos, aunque parte del público eligió inicialmente "el camino" de prestar su aliento.

Por su parte, el Villarreal llegaba en estado de euforia y jovialidad después de su última victoria en casa, incluso tenía opciones de engancharse a puestos europeos pese a sus pobres registros como visitante y concretamente en Zorrilla, donde no había marcado un solo gol en sus nueve visitas ligueras.

El equipo castellonense empezó muy ofensivo, con tres delanteros y buscando la espalda a la zaga local. Sin embargo fue un defensa, Ángel, quien enganchó un balón a quince metros de la frontal del área para batir a Fabricio.

Era el minuto nueve y el golpe para el Valladolid fue mortal. El equipo de Onésimo se quedó vacilante, inestable e inseguro y, de hecho, no dio síntomas de resarcimiento hasta pasado un cuarto de hora, cuando el uruguayo Fabián Canobbio protagonizó el primer disparo a puerta en un lanzamiento de falta (min. 24).

El cambio de Marquitos por el jugador de la cantera Sergio García a los 34 minutos fue un "puñetazo" en la mesa de Onésimo que veía a su equipo corriendo detrás del balón, sin fluidez, sin intensidad y con poco o nada que hacer ante la facilidad del Villarreal para hilvanar jugadas de ataque.

El argentino Ariel Ibagaza era el dueño del balón ante un Valladolid desnortado y que llegó al descanso con la sensación de equipo sin argumentos.

Una parada inmensa de Fabricio Agosto a disparo de Joseba Llorente fue el primer apunte de la segunda mitad. Sólo fue un aviso. Poco después, un centro de Capdevila desde la izquierda dio paso a "la sentencia" del partido que la firmó Nilmar Da Silva de espléndido testarazo.

El equipo vallisoletano lo intentó, pero sin asociarse, sin apenas tirar a puerta, sin chispa, sin viveza y, lo que es peor, sin fútbol. Por si fuera poco, el bosnio Haris Medunjanin, un jugador adorado por la grada hasta hace poco fue abucheado esta tarde cada vez que tocaba el balón. Sólo un síntoma de la fragmentación que existe en el Valladolid.