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liga bbva | barcelona 3 - valencia 0

De cero a cien al ritmo de Messi

El Barcelona tuvo dos caras, frágil y desesperante en el primer tiempo y arrollador en el segundo a hombros de Messi, que rompió el partido con tres goles de bandera, marca de la casa. La entrada de Henry por Bojan tras el descanso funcionó. El Valencia, tras una gran primera parte en la que pudo adelantarse, terminó con diez y se rompió ante el empuje azulgrana y el cansancio y los problemas físicos heredados del partido de Europa League ante el Werder Bremen.

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<strong>MESSI, ESTELAR.</strong>
MESSI, ESTELAR.

Leo Messi, con los de hoy 22 goles en Liga, se quedó sin duelo con Villa (17 dianas) por el esguince de hombro del asturiano, que dejó de paso al Camp Nou sin ver al delantero deseado en el pasado (¿y en el presente?), que ya sabía que no iba a medir armas con Ibrahimovic, vasos comunicantes en al última edición de la rumorología veraniega. Calendarios y problemas físicos (vasos comunicantes otra vez) dejaron fuera a Puyol en el Barcelona y Mata en el Valencia. Ojos puestos en Alemania (Stuttgart y Werder Bremen, respectivamente). Albelda cayó fulminado por los isquiotibiales al borde del descanso, y jugaron con dolor Chori Domínguez, Bruno, Miguel, César...

Pero los huesos de la Liga están hechos de partidos como este. Duelo de cuchillos largos, rivalidad tradicional, vértigo clasificatorio. Urgencias, necesidades y nervios. Amagos de histeria y trascendencia, cada uno a lo suyo y en su guerra, en cada acción. Al final prevaleció el Barcelona, que juega sin red y sin margen de error por su estrecha batalla con el Real Madrid, media Liga en juego en cada jornada. Acuciado por el traspié en Almería y con Ibra en la grada y Guardiola en el palco, el Barcelona sacó adelante un partido de dos actos y un protagonista principal: Leo Messi.

Un partido de dos actos porque el descanso fue un Rubicón que descubrió dos versiones del Barcelona y por extensión otras dos del Valencia. Y un protagonista principal evidente en la figura de Leo Messi que marcó un 'hat-trick' y reventó literalmente el partido. El argentino fue el único de su equipo que dio señales de vida en el primer tiempo y dirigió al Séptimo de Caballería azulgrana que fue un torbellino en la segunda parte. Primero como falso delantero, después, y mucho mejor, por detrás de Henry como media punta, se encargó de conectar todos los generadores del Barcelona con hambre y una clase que no por conocida deja de resultar asombrosa. Recibió muchas patadas y expulsó a Maduro. Pero, imparable, marcó tres goles en un segundo tiempo para el recuerdo. El primero, maravilloso tras regatear a Bruno y quebrar a Dealbert en el área. El segundo en slalom con tiro cruzado y el tercero en las narices y bajo las piernas de un César por lo demás notable. Sencillamente Leo Messi. Extraordinario Leo Messi. Necesario como el aire para este Barça actual que incluso en su mejor versión no es el mejor Barça.

La mínima expresión del Barcelona

El primer tiempo azulgrana fue un horror. El Valencia puede presumir de ser uno de los pocos visitantes que tocó y disfrutó en el Camp Nou, dominó y tuvo el balón y ocasiones para adelantarse. Convirtió el centro del campo en su jardín privado gracias al trabajo de Banega y Albelda e, incluso sin demasiada actividad de Silva, trabajó sobre la zona de tres cuartos con Chori a la espalda de Busquets, Jordi Alba muy valiente contra Alves y Miguel asociado con Pablo Hernández ante un Maxwell transparente. En sus mejores minutos, el Valencia no tuvo acierto por sus propios errores y por los reflejos de Valdés, que mucho después salvó el empate en el segundo tiempo en un mano a mano crucial ante un Zigic recién entrado en juego y al que se le vino encima el Camp Nou.

En ese primer tiempo, el Barcelona resultó exasperante. Bojan no funcionó por la izquierda y Pedro apenas entró en juego por la derecha. Xavi e Iniesta no aparecieron y Busquets corrió sin suerte persiguiendo sombras valencianistas. El Barcelona jugaba al pie, sin profundidad y sin ritmo. Y sin profundidad y sin ritmo no es el Barcelona sino una mala copia que no hace sufrir a los rivales y que devora minutos sin perseguir a la suerte, más bien tentándola. El Barcelona vivió de los latigazos de Messi, que falló ante César primero y asistió después a un Pedro que erró donde no suele, con el estoque.

Henry, el hambre... y Leo Messi

El descanso lo cambió todo. Antes del paso por vestuarios se lesionó Albelda, hasta entonces el sostén fundamental de la medular. Después resultaron evidentes los problemas físicos de Bruno, Miguel, César, Chori... el Valencia se vio desbordado desde el primer instante y no tuvo respuesta al violento cambio de inercia del partido. Con todo, tuvo el empate en la citada y diáfana ocasión de Zigic, y resistió incluso con diez, aferrado al partido hasta el definitivo segundo gol, al que siguió el tercero y el cierre en la práctica del duelo, que se alargó apenas para propiciar el cambio y la cerrada ovación para Messi; Genio, héroe y capitán general. Todo en uno.

El Barcelona de la segunda parte sí se pareció a sí mismo. Mandó siempre, no entregó el balón casi nunca y cuando lo hizo lo recuperó con agresividad y hambre. Tuvo ritmo y filtró juego en vertical hasta empotrar al Valencia en torno a su portería. Empujó y empujó hasta que llegaron los goles por inercia y lógica. Y lo hizo en parte gracias a Henry, que salió para devolver a su equipo la referencia en el '9' y jugó con movilidad e inteligencia. Con Messi detrás e Iniesta a un costado. El manchego, como Xavi, mejoró en un Barcelona que tuvo ráfagas de fútbol arrebatador. Zafarrancho de combate por orgullo y por el liderato.

El marcador final y la saludable segunda parte disparan el ánimo y la autoestima de un equipo que dejó sensaciones muy preocupantes en la primera parte y que sigue a la caza y captura de su propio ángelus, de la excelencia que ahora le resulta más esquiva que cuando era, hace un año, pura rutina. Para todos menos para Messi, claro. El argentino vive instalado en esa excelencia porque la personifica. Es el generador y el definidor, el principio y el fin del Barcelona. El acelerador de un equipo que pasó en sus botas de sufrir a descoser al Valencia. Siempre en sus botas, de cero a cien.