El Atleti se atora con todo a favor

La vieja historia; al Atleti se le puso todo a favor y se ofuscó sin remisión, dejando que una eliminatoria predispuesta a resolverse en el Manzanares se marchara vivita y coleando a Lisboa. Pese a la evidente sensación de oportunidad perdida, conviene recordar que a los de Quique les va la marcha: ya regalaron el empate en casa ante Celta y Galatasaray (además con goles, 1-1 ambos) para acabar resolviendo las eliminatorias en territorio enemigo. Si en vez de al fútbol jugase un rescate, se le daría mucho mejor ser presa que cazador.

Pero antes de pensar en Lisboa, regresemos a Madrid donde se presenció una obra de dos actos. El primero lo protagonizó con escaso brío el Sporting. Sin Tiago, el Atleti no quería saber nada del centro del campo. Balón que cogían los defensas, balón que volaba 50 metros soñando con un destino feliz en los pies de algún atacante para acabar decepcionado en los de un rival. La temprana lesión de Perea enfrío aún más al equipo y, poco a poco, Mendes, Veloso y Moutinho asumieron el mando, más por obligación que por devoción. Las áreas eran como El Dorado: un paraíso ficticio.

El primer remate lo hizo Antonio López... en su portería. Mientras entre Ujfalusi y Valera han apañado el problema del lateral derecho, lo de la izquierda es un drama. Ayer, Liedson, que supera el 1,70 por los pelos (una cresta muy discutible, en concreto) y pesa 63 kilos superó al capitán atlético en cada salto y cada choque. El abuso fue especialmente grave en el minuto 27', cuando pareció un Ferrari midiéndose a un Seat Panda antes de estrellar un magnífico disparo en el larguero de De Gea. Si Domínguez no se llega a pasar el resto de la tarde haciendo coberturas como el señor Lobo en Pulp Fiction ("Estoy a 30 minutos de allí, llegaré en 10"), Liedson no abandona el Manzanares de vacío.

Como es habitual, al Atleti le despertó Agüero y le espabiló definitivamente Reyes. Primero, Kun se fue de tres dentro del área y su remate colocado se marchó por poco. De inmediato, Reyes, que ya había provocado una amarilla a Grimi nada más empezar, le montó un lío en la banda y, cuando enfilaba el área, el lateral del Sporting le golpeó presa de la frustración y sin atisbo de sensatez. Expulsión. Era el minuto 31 y el futuro sonreía al Atleti...

Sin recursos. Pero a partir de ahí...la nada. La siguiente hora de juego fue una demostración de falta de imaginación. Una y otra vez iba el Atleti, una y otra vez se estrellaba contra la barrera de su desacierto. Especialmente el de Forlán, negado los 90 minutos. Simao sólo destacó por los pitos que le dedicó la que fue su primera afición, que no le perdona su exitosa etapa en el Benfica, y Salvio no cambió nada. La tonta expulsión de Tonel en el 89' tampoco tuvo trascendencia.

Quedaban los de siempre. Reyes confirmó los temores de Quique ("Ya le pegan como a una estrella"), pero siguió liderando; un general sin más ejército que Agüero. Eso sí, Kun vale por un batallón y en el 55' lo demostró: se enfrentó a medio Sporting y salió triunfante con una exhibición maradoniana, pero quiso culminar la obra de arte del modo más difícil y Rui Patricio le frustró con el hombro. Fue lo más cerca que estuvo el Atleti de evitar jugársela en Lisboa a cara o cruz. Como a él le gusta, por otra parte.