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Liga Adelante | Murcia 1 - Numancia 0

Gol de Chando, y luego, una de defensa numantina

Los sorianos, sin pegada; el Murcia supo sufrir y respira.

Actualizado a
<b>PRESIÓN. </b>El Numancia apretó tras el 1-0 pero los de Jose, que respiran ya más tranquilos, aguantaron el tipo y se acercan a la salvación.
PRESIÓN. El Numancia apretó tras el 1-0 pero los de Jose, que respiran ya más tranquilos, aguantaron el tipo y se acercan a la salvación.

Si alguien duda y quiere saber la exactitud del término 'fútbol agónico' -en Italia, maestros en esta variante del juego llaman a los futbolistas tipo Gattuso que lo dominan, 'agonistas'- lo tiene muy fácil. Que coja el vídeo de lo que fue el Murcia-Numancia. Qué sufrimiento, qué larguísimo se le hizo al Murcia el transcurrir de un choque en el que el Numancia monopolizó el balón tras el gol de Chando... y qué importantísima fue la victoria. Por la entidad del rival, por los precedentes del Murcia como local y luego, por cómo fue la tarde en la que todos ganaron y en la que la victoria se hacía imprescindible.

Los grana festejaron la victoria como si se hubiera logrado un título (puede que lo fuera): haciendo una piña en torno a su portero tras el pitido final. Antes, jugaron el partido que realmente podían (no hay más cera y, hoy por hoy, el potencial de unos y otros es enorme). Anotaron el 1-0 y a partir de ahí, más de una hora corriendo detrás del balón, achicando, despejando, mirando sin parar al crono y puede que alguno de los que vestían de corto hasta rezando. Implorando porque no llegara una igualada que el Numancia persiguió con ahínco, con abrumador control del juego, pero sin pegada. Eso le salvó a un Murcia que ganó jugando al límite, asumiendo riesgos al convertir el partido en un frontón.

Atacaba el Numancia con Barkero al mando de las operaciones y en el fondo una muralla grana despejaba unas veces de forma ordenada; otras, con fortuna; otras, por la falta de acierto de los puntas rivales, pero al final, y es lo que cuenta, terminaba despejando. Mientras, en la grada había mil y un candidatos a visitar al cardiólogo. Pocas veces, y miren que el Murcia es especialista en dramas, un choque tan desparejo, tan desigual. Un envite con dos tiempos diferenciados: el primero, en el que los locales fueron protagonistas, el ratito en el que jugaron bien, en el que mandaron, en el que se contabilizaron tres ocasiones, el gol y un penalti a Chando no pitado... y luego, la eternidad, defendiendo el tesoro logrado a golpe de riñón, de riñones. En el eterno alargue, Kike tuvo el 2-0; curiosamente, la ocasión más clara. Paradójico.