Canales burla al Sevilla

Las dos genialidades de Sergio Canales no se aprenden en la calle ni en Los Agustinos, donde estudió. Tampoco viendo vídeos de Aimar, uno de sus ídolos. Eso se improvisa y es innato. Canales pertenece a la categoría de los elegidos. De lo contrario no hubiese definido como los ángeles en los dos goles que dieron al Racing un triunfo memorable, glorioso para su gente. En el primero superó a Palop con una vaselina muy natural, de zurdo. De las que han firmado en su carrera Yeste o Guti, futbolistas a los que es imposible no compararlo por su fisonomía, tan característica. En el segundo recordó a Maradona en el Bernabéu, cuando sentó a Juan José. Canales lo hizo con Adriano, que se arrastró diez metros y casi se come el poste. Fue una definición deliciosa, de las que quedan para siempre. Es de suponer que Canales escribirá muchas más páginas de gloria en el Racing pero por si acaso, esa ya no se la quita nadie. La fiebre por el adolescente Canales, como la de Julen Guerrero en su día, va a ser imparable.

El Sevilla cayó en la trampa de Canales, de Portugal y del Racing. Lo suyo es preocupante. Málaga, Valladolid, Getafe y Racing lo han vulgarizado. El Sevilla juega apresurado, con una ambición equívoca que le hace desnudarse a los cinco minutos de partido. Marcado por su fama pasada de defensivo, se lanza a por los partidos casi de manera kamikaze y se descubre. Burlar sus líneas, de mantequilla, fue un juego de niños para el Racing, que antes de que terminase la primera parte casi tenía resuelto el partido. El mapa se le ha hecho familiar al Sevilla, que empieza todos los partidos en casa perdiendo. Su problema es que pierde la cabeza antes incluso de que pase eso. No mastica los partidos. Ni los estudia ni los lee. Y así es previsible y fragilísimo. Mucho más sin sus figuras. Para el Sevilla, jugar sin Zokora, Kanouté, Luis Fabiano y Navas es demasiado. Y es lógico que lo acuse, nadie debería obviarlo.

Sucede que del Sevilla se espera que al menos tenga personalidad, eso no lo debería perder. Podría tomar buen ejemplo del Racing, que fue un grupo esforzado y solidario, que tocó el balón con sentido, multiplicó las ayudas y se creyó que podía ganar. El Racing ha recuperado las pulsaciones con Portugal. Se planta bien, es serio y se lo deja todo. A Lacen hasta le dio un desmayo al final. Claro que el hombre del partido fue Canales, al que el Pizjuán despidió puesto en pie y aplaudiendo. Al Sevilla, sin embargo, le dedicó una pitada que significa cansancio. Es este Sevilla un equipo lleno de bajas y dudas que se precipita a zonas mediocres de la tabla. Un serio problema.

El detalle: pañolada final en el Sánchez Pizjuán

El final del partido tuvo también movimiento. Lacen sufrió un desmayo debido al esfuerzo realizado durante el partido y la ambulancia tuvo que entrar al césped para recogerlo. Además, la afición despidió a los jugadores al grito de "fuera, fuera" y giró la cabeza hacia el palco buscando explicaciones. El martes hubo gloria, ayer miseria.