El Madrid gana con los marines

Liga de campeones | Marsella 1 - Real Madrid 3

El Madrid gana con los marines

El Madrid gana con los marines

Cristiano tomó el Vélodrome con un gol de genio y otro de listo. El Olympique se obsesionó con pegar y pegar. Casillas hizo un penalti y Lucho lo falló.

Fue un partido marine, de los que merecen una medalla que se prenderá en el trozo de uniforme que no esconda una fractura. Empezaron ellos, pero acabó Casillas. El yerno ideal liquidó a un maciste en la flor de la vida como quien arroja la bomba atómica, para evitar futuras bajas. Casillas ya no es un capitán, es un estadista. El Olympique, por cierto, falló el penalti que le hubiera consolado mientras el temible Niang se retiraba entre sollozos, la cabeza alicatada y el brazo colgando.

Esa imagen del soldado en retirada sirve para señalar que el Madrid ganó en todo. En la guerra y en el amor. Por tierra, mar y aire. Primero resistió el combate físico y después, cuando vio luz, hizo por jugar al fútbol, por ensayar movimientos, por memorizarlos. Si no fue un partido hermoso es porque resultaba imposible bajo ese fuego de morteros. El objetivo era, más bien, una airosa supervivencia, vencer sin molestar mucho.

Y luego está Cristiano, su mundo, su irrefrenable deseo de ganar, la valentía que le acompaña. Su primer gol, a los cuatro minutos, fue consecuencia de un lanzamiento de falta lejano y perfecto. El golpeo fue un pellizco y el balón voló cargado de efectos especiales, con las instrucciones de un misil. Se elevó en trayectoria constante y, llegado el momento, perdió altura, violento. Mandanda, que lo vio de cerca, lo podrá contar.

Una galopada de Taiwo (un centauro) propició el empate de Lucho después de un doble rechace de Albiol. En esos minutos y en los que siguieron el Oympique continuó pegando: cabezazos, manotazos, plantillazos; la serie completa de intimidaciones portuarias.

Lass.

Nadie se arredró en el Madrid, y Lass hizo algo más: contestar. Ofendido por ser compatriota o por eso mismo conocedor del paño, el pequeño tanque derribó, percutió, chocó y cuando no dejó marcado al enemigo lo rindió por agotamiento. Luego, despejado el campo de minas, se puso a jugar.

En el infierno del Vélodrome no hubo un instante de inquietud. Al contrario. Cristiano cabeceó al palo un saque de esquina y en esa jugada se encadenaron tres ocasiones más: Higuaín, Pepe y Sergio Ramos. Al final de la segunda parte Cristiano volvió a rozar el gol con un testarazo. El Olympique, entretanto, seguía pegando.

El gol de Albiol, atentísimo a la salida de un córner, premió su excelente temporada. Y no debe ser fácil lucir en compañía de Pepe y su florida exuberancia.

Cuando el partido se decantaba en favor del Madrid, Casillas decidió acortar los plazos. Calculó mal para tocar el balón pero bien para interceptar al delantero. Cosas que pasan, daños colaterales. Lucho, aturdido, chutó contra el larguero.

Benzema entró por un Higuaín gris y fue incapaz de mejorarle el tono. Raúl y Morientes, efusivos y bromistas en el calentamiento, salieron después para disfrutar de un partido que no parecía capaz de ofrecer otras emociones.

Pero Cristiano aún permanecía sobre el campo. Por eso corrió cuando otros trotaban y por eso se levantó antes que nadie tras colisionar con central y portero. Luego marcó sin mirar, sobrado, orgulloso y genial. Como es él.

El detalle. La vuelta de octavos será en el bernabéu

El Madrid conocerá el día 18 su rival para octavos de la Champions. Al quedar primero de grupo, los blancos jugarán el partido de vuelta en el Bernabéu. Será la segunda vez que lo hagan en las seis últimas temporadas (la anterior fue ante el Roma, en la 07-08, y el Madrid perdió).