El Madrid más conformista

LIGA BBVA | Real Madrid 1 - Racing 0

El Madrid más conformista

El Madrid más conformista

AP

Higuaín adelantó a los 22 minutos al Real Madrid, que a partir de ahí se relajó, se dejó llevar y en lugar de buscar la sentencia dio esperanzas al Racing, que pagó su timidez inicial. Dos goles anulados por fuera de juego. Uno bien, a Benzema, y otro mal, a Canales. También se equivocó Ramírez Domínguez al no señalar un penalti a Benzema. Lo que dice la clasificación es que el Madrid acudirá como líder al clásico frente al Barcelona.

El Real Madrid parece que ha olvidado las rotaciones exageradas de las primeras jornadas, pero este equipo no deja, de forma equivocada, de administrar esfuerzos. Sea de forma consciente o involuntaria, pero el caso es que el conjunto que entrena Manuel Pellegrini pone todos los sentidos en el juego hasta que se ve por delante en el marcador. Después se va del partido, se relaja, da un paso o dos hacia atrás, permite que el rival se crezca y comienzan los problemas. Este vicio tan pernicioso se vio otras tardes y se repitió contra el Racing. Se pasó del toque con sentido y hasta cierto lucimiento de los primeros minutos a pretender ganar caminando, trasmitiendo incluso cierta desgana, conformismo, un aire demasiado funcionarial en el juego. Es un conjunto discontinuo, irregular, que alterna pocos minutos de lucidez con demasiados de tedio. La suerte que tiene el Madrid es que la pegada suele ganarle la partida a la pereza.

El Racing salió cohibido, con las líneas muy atrás y facilitó el trabajo del Madrid, que ejerció un dominio absoluto, abrumador durante la primera media hora. Se vio una cara más amable del Madrid, pero que como mencionábamos apenas duró un tercio de partido. Buena culpa de todo ello la tuvo Xabi Alonso, que se creció sin un mediocentro defensivo al lado y se convirtió en el jefe que buscaba el Madrid cuando le fichó. Movió el balón y todo el equipo se movió al ritmo que impuso Xabi. Contó con la colaboración de Kaká mientras le duró el físico al brasileño y se animó Granero, que regresó al once después de la marginación a la que le sometió Pellegrini y ocupó con frecuencia la parte derecha.

Benzema volvió a ser el delantero centro elegido, con Higuaín alternando la delantera y la derecha, mientras que por la izquierda apareció Drenthe, con Marcelo guardándole las espaldas. Si es que alguno de los dos puede guardar algo en defensa. En ataque pueden ser una alternativa, más el brasileño que el holandés, pero cuando se ponen a defender se altera el ritmo cardiaco de todo el equipo. La ventaja que tuvieron es que no se vieron nada exigidos por el Racing, que sólo se atrevió a jugar al final del primer tiempo y en la última media hora de encuentro, cuando el joven Canales saltó al campo y se puso a jugar sin los complejos que sí tenían sus compañeros o su nuevo entrenador, Miguel Ángel Portugal, que se estrenó con un planteamiento miedoso.

Luis García asustó a los 10 minutos, un espejismo en ese tramo inicial de partido, y Xabi Alonso y Arbeloa respondieron mandando dos balones a los palos, el del lateral derecho de forma involuntaria. El dominio del Madrid era total, indiscutible, y la recompensa llegó apenas superados los 20 minutos. Kaká centró desde la derecha, Toño despejó mal y Garay cabeceó el balón hacia Higuaín para que éste marcara. El Madrid se conformó con ese gol, se echó a dormir, no buscó la sentencia y dio esperanzas al tímido Racing.

No obstante, la solución para el Madrid pudo haber llegado a la media hora, cuando Ramírez Domínguez no pitó un claro penalti de Lacen a Benzema. El favor se lo devolvió al Madrid a un cuarto de hora para el cierre del choque, cuando anuló de forma injusta un gol a Canales por fuera de juego. Sí acertó el árbitro en el tanto que no concedió minutos antes a Benzema, que remató en posición ilegal un centro de Granero.

Raúl, ya asentado en la suplencia, pese a lo que diga Pellegrini, que con sus alienaciones desmiente sus declaraciones, dispuso de 30 minutos. Benzema le dio el relevo, pero en el juego no se notaron los beneficios del cambio y el Madrid se empeñó en pasarlo mal y terminó más pendiente de lo que debería del reloj, que no avanzaba con la velocidad que deseaban los hombres de Pellegrini. Para resistir las acometidas del Racing en los últimos cinco minutos, el chileno no vio más alternativa que retirar a Granero y recurrir al músculo de Diarra y suplir al agotado Kaká por Van der Vaart. Así terminó el Madrid, entre la decepción y la angustia. Al madridismo, siempre le quedará Cristiano Ronaldo para ilusionarse.