Arrancó una por una las hojas del calendario. Había acumulado tantas como 569, pero ayer se paró la cuenta. Cerca de las 11:00, Gaby Milito volvió a calzarse unas botas, después de seguir a rajatabla el ritual al que estaba habituado desde muy pequeño. Se reventó la rodilla derecha en Old Trafford (el 29 de abril de 2008), y fue entonces cuando el internacional argentino comenzó a vivir un calvario, con recaídas, eternas estancias en su país y un proceso de recuperación larguísimo.
Con la camiseta del primer equipo, liderando la defensa, el zurdo cumplió 45 minutos a un buen nivel, que acabaron abrazándose a su esposa y entrando al vestuario de la Ciudad Deportiva acompañado por Rafael Yuste, vicepresidente deportivo, Raúl Sanllehí, director de fútbol y por el secretario técnico, Txiki Begiristain.
No tiene el alta aún, vale, pero parece haber dado un paso al frente. Era un amistoso, sí, pero para el central fue igual o más importante que cualquiera de las finales disputadas por sus compañeros el año pasado y que él vivió desde la grada. El Mariscal está cerca de regresar, pero él sigue pidiendo calma.