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Austria - España | La contracrónica

¡Bailemos un vals!

La lesión postrera de Albiol fue la única nota negativa del regreso de España al Paraíso: Viena. La Roja despidió el año con otra exhibición para el recuerdo. Del Bosque es el profesor de la mejor selección del mundo. Con diferencia.

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¡Bailemos un vals!

Venganza consumada. Allá por junio de 1978, los niños de mi generación vivimos una frustración colectiva por culpa de un partido horripilante ante Austria que se convirtió en una pesadilla para los Kubala Boys. El debut del Mundial de Argentina en el estadio de Vélez Sarsfield nos dejó sabor a hiel. Un tal Schachner y Krankl mutilaron nuestras ilusiones, y eso que vi a Miguel Ángel hacer la mejor parada que recuerde nunca. 2-1 y luego llegó el 'no gol' de Cardeñosa a Brasil. Diagnóstico: complejo adolescente y crecimiento traumatizado desde la famosa cantinela: "Somos españoles, es nuestro sino".

¡Viva el presente!. Sin embargo y como cantaría Presuntos Implicados, "cómo hemos cambiado". Tres décadas después los españoles somos los 'starring' de la película, los que cantamos bingo, los que llevamos la voz cantante, los que pisamos primero la línea de meta. Esta vez, Austria terminó haciéndonos la ola. La España de Luis tocó el cielo en Viena y Del Bosque ha recogido la cosecha para alimentar a un país entero con un fútbol que quedará grabado en nuestras retinas. Jugamos con un tono didáctico, lo que explica que los hospitalarios austríacos nos hicieran un mosaico para acompañar nuestro himno nacional. Un detalle que dignifica a este pueblo para los restos. ¡Viva Arnold Schwarzenegger y sus paisanos!

Villa, 35. El Pichichi de la Liga española está a sólo nueve goles de mi amado Raúl. Villa se merece ser su sucesor. Huele el gol como el tiburón blanco la sangre de sus presas. La dinamita roja está en sus botas. ¡Grande Guaje!

El Paraíso. El Prater debería ser considerado parte del Patrimonio Histórico de nuestro país. Aquí nos hicimos hombres futbolísticamente hace 506 días y aquí dibujamos ayer una manita que servirá para tapar bocas. Al menos la de Capello, que ya me empieza a cargar con sus pellizcos de monja que demuestran la gran verdad: nos teme. En Suráfrica ojalá nos veamos con los ingleses en semifinales para acabar con la tontada. En la final, le metemos 3-2 a Brasil y a otra cosa. ¡Viva La Roja!