Tchité vuelve al rescate

Copa del Rey | Racing 4 - Salamanca 1

Tchité vuelve al rescate

Tchité vuelve al rescate

El Racing remonta por casta y gracias a sus goles

El Racing superó por fin una adversidad, logró remontar un partido tras no hacerlo desde tiempos pretéritos y ganó en casa por primera vez en lo que va de temporada. Un triunfo del que se vale para entrar en la siguiente ronda de Copa y para dar carpetazo a una crisis galopante de resultados e identidad. Quizás Mandiá no tenía la culpa de la pesadilla vivida, al menos toda; pero, tras la reacción mostrada anoche, la grada le ha otorgado el papel de gafe. Para Juanjo González, por tanto, queda el de héroe.

Pero que nadie se engañe, fueron los jugadores los que metieron al equipo en este lío y han sido ellos los que le han sacado de él. Y todo gracias a una metamorfosis que no se la imaginaría aquél que sólo viera la primera mitad. Porque no fue todo oro lo que relució. El equipo volvió a mostrar su peor cara al comienzo por el pecado de siempre: recibir un tanto sin que el rival hubiera avisado antes. El Salamanca puso en la escuadra un tanto que transformaba la eliminatoria de complicada a imposible, al mismo tiempo que daba la puntilla a una plantilla huérfana de fe. De ahí que el que coja ahora los mandos tendrá que corregir más de lo deseado a estas alturas.

Remontada.

Sin embargo, pocos contaban con Tchité. Un salvavidas al que le van las finales. El todo o nada. Gracias a él, todo cambió. En su día ya echó una mano a Muñiz con aquel partidazo en Mestalla y esta temporada Mandiá pudo gozar de un par de semanas más de tregua gracias a sus goles en Almería y Zaragoza. Lo de anoche era más complicado todavía, porque el bache era ya una zanja. Y, aún así, tampoco falló a la cita. Primero empató finalizando de cabeza una obra de arte creada por Geijo y perfeccionada por Munitis y, al filo del descanso, transformó un penalti inútil sobre Serrano con más suerte que clase.

Sus dos tantos no sólo dieron más opciones al conjunto cántabro sino que, además, sirvieron para recordar a sus compañeros que si por algo se caracterizó este equipo fue por su casta. De ahí que la defensa por fin fuera una muralla tras un inicio gris. Así, apoyados en esa mejoría, por fin volvió el balón a correr de lado a lado, con criterio y sin quemar, y fue arriesgado en profundidad con inteligencia y nervio.

Lo más difícil estaba hecho. Pero no bastaba. Había que rematar la faena. Entonces Geijo se sacó otra asistencia de la chistera para conectar con la carrera de Tchité. El ariete sentó al portero y Murillo, en su afán por cortar lo inevitable, marcó. La remontada era un hecho. Aún así, y para espantar a los fantasmas, Xisco nos regaló el cuarto. Su remate sutil con el exterior, nada más salir, cerró la fiesta y dejó una tarea menos para el entrenador que venga ahora: la moral ya está recuperada.