El Celta deja resaca

Liga Adelante | Tenerife 0 - Celta 1

El Celta deja resaca

El Celta deja resaca

miguel barreto / acan

Los gallegos apuntillan al Tenerife y traen pitos y desánimo

Nada de fútbol, nada de juego por las bandas, nada de circulación de balón, nada de criterio, nada de nada. Con bagaje tan pobre, por no decir nulo, es normal que se enfadara Oltra y se desquiciara el Heliodoro. El Celta aprovechó una de las peores versiones del Tenerife para avanzar hacia octavos y medirse a la próxima con un grande. Sí, con un grande, y no con lo que ayer se vio sobre el césped. Sucedió que la contienda nunca fue la operación de acoso a Yoel que resultaba previsible y necesaria antes de comenzar el envite. Previsible, porque de un equipo como el blanquiazul se espera siempre que domine y haga ocasiones a un rival de Segunda; y necesaria, porque tocaba remontar. No lo hicieron los locales. Todo lo contrario, pues perdieron también en la vuelta.

La puesta en escena del Tenerife no admite paliativos. Bien es cierto que pudo cambiar la contienda si Alfaro hubiese atinado a convertir una de las oportunidades más claras del partido, justo la que lo abrió, casi a modo de prólogo. Pero el onubense, solo ante la meta, se halló con una inspirada intervención del portero y el balón a córner. Sea como fuere, tan meridiana ocasión no resultó un aviso de lo que vendría después. Los locales, contra pronóstico, se difuminaron y se perdieron hasta parecerse alarmantemente a los de sus peores días. El Celta, crecido al ver incrementarse sus opciones, se defendió con orden. Y hasta atacó. Tal es así, que no pasó ni un cuarto de hora cuando Saulo probó por vez primera a Luis García (14') y cuando algunas dudas defensivas del Tenerife crearon murmullos... y pitos.

Para alegría de Eusebio, el choque no dio ningún giro durante toda la primera parte ni tampoco en buena parte de la segunda. Y cuando lo dio, fue para amarrar todavía más al Celta a los octavos. Fue casi al final, cuando Oltra ya había introducido sus habituales variantes ofensivas para dar cancha a Ángel y Nino en los puestos de Aitor y Dinei. Los cambios de su manual no trajeron más consecuencias que una sonora pitada al brasileño, a quien se cuestiona porque no funciona. Ayer, en realidad, no lo hizo casi nadie. Se salva de la quema Omar, otra vez el mejor de los blanquiazules, y tal vez unos pocos más. Pero preocupa el Tenerife porque está desmoralizado, desnortado, por momentos hasta destruido. Lo han minado las bajas, la falta de fe y por último, los tropiezos en cascada.

Caso opuesto es el del Celta. Le valdrá la Copa para salir del desánimo que alimenta la Segunda, también para insuflarle autoestima a un equipo que la necesita. Tiene más mimbres de lo que dicta la clasificación. Ayer, los suficientes para arrollar a un Primera que jamás lo pareció. Al Tenerife, mientras, le queda la resaca.