El Madrid resucita viejos fantasmas

LIGA DE CAMPEONES | Real Madrid 2 - Milan 3

El Madrid resucita viejos fantasmas

El Madrid resucita viejos fantasmas

AP

El viejo y decadente Milan se presentó en el Bernabéu para sonrojar a un pésimo Real Madrid, que quiso ganar jugando al trote, casi andando, y terminó derrotado y sin argumentos que inviten al optimismo, más allá de la calidad de sus jugadores. Se salvó, una vez más, Raúl y Drenthe fue la apuesta desesperada de Pellegrini. Pirlo y Pato, que hizo doblete, firmaron los tantos del Milan. Pésima actuación del árbitro De Bleckeere, que no señaló un clarísimo penalti a Benzema y anuló, sólo él sabe por qué, un gol al Milan.

A las cualidades que ya le conocíamos al Real Madrid hay que añadirle una más, su capacidad para resucitar a los muertos. Porque eso es el Milan, un fantasma que vino del pasado para sonrojar a un pésimo Madrid, que mostró su imagen más desagradable. Fue un equipo sin continuidad en el juego, al que le faltó concentración, ritmo, intensidad en sus acciones y que acabó derrotado y sonrojado por un conjunto inferior, que en condiciones normales tendría que haber pactado una derrota digna. La ausencia de Cristiano no debería servir de excusa. Mal haría el Madrid en agarrarse a la baja del portugués para justificar sus errores.

Tuvo que salir desde el banquillo Drenthe, otro resucitado, para intentar rescatar al Madrid de una muerte segura, para meter una velocidad más al juego y transmitir a sus compañeros una tensión que nunca tuvieron. Salvo a Raúl, el único que pareció interesado en ganar el partido desde el primer minuto. Porque el Madrid fue Raúl y después la nada, un páramo. Hasta falló Casillas en los dos primeros goles y no queda como excusa el penalti cometido sobre Benzema, error compensado por el gol mal anulado a Thiago Silva.

El Real Madrid disimulaba con victorias sus problemas con el juego, problemas cada vez más graves, pero esta vez el equipo deberá afrontar las críticas sin ese escudo. El Milan no es más que un viejo dinosaurio que necesita mirar al pasado para reconocerse. Pues ese viejo fantasma ha derrotado al Madrid, que apoyado en su pegada iba derribando rivales. Esta vez no tuvo ni juego ni pegada. Nada que rescatar. El Milan es el pasado, glorioso, pero pasado. Mientras, el Madrid también es capaz de presumir, más que nadie, de historia, pero a ello añade un futuro esperanzador. El Madrid es un equipo que mira al futuro y que no debería haber tenido problemas para controlar, dominar, mandar y ganar un encuentro que se disputó a un ritmo bajísimo. El Milan parece un equipo de veteranos. Presenta una figura tan decadente como la de Ronaldinho, que hace casi cuatro años puso el Bernabéu a sus pies y ahora parece un veterano con problemas para atarse los cordones de las botas. Hasta ese Ronaldinho fue capaz de sacar los colores al Madrid.

El Milan, un equipo italiano que defiende como si no lo fuera, trajo a Madrid su versión más ofensiva y salió de inicio con la misma alineación que remontó el pasado domingo en San Siro el partido contra la Roma. Cuatro defensas, con Nesta como líder; Pirlo, Ambrosini y Seedorf en el centro del campo; Pato abierto en la banda derecha, Ronaldinho en la izquierda e Inzaghi como única referencia en ataque. Leonardo decidió conceder espacios a un equipo, como el Madrid, que tiene dificultades para creárselos, pero que cuando los tiene debería saber disfrutarlos. Con el balón en los pies el Milan disimula sus carencias, pero cuando lo tiene el rival, sus vergüenzas quedan a la vista de todos. Lo que parecía una táctica suicida del Milan no lo fue por la incapacidad del Madrid para aprovecharse de ella. Las bandas no existieron hasta la salida de Drenthe, así está el panorama, y Kaká se perdió en un centro del campo que no creó nada. Aportación mediocre del brasileño.

Manuel Pellegrini volvió a confiar en Benzema como pareja de Raúl en ataque, no sabemos si por convicción o por necesidad, ya que un problema físico dejó a Higuaín fuera de la convocatoria. Alimentó el técnico la confianza del francés y éste quiso involucrarse de inicio más en el juego. Se ofreció, quiso ser una alternativa para sus compañeros y buscó entre sus rivales a quién podía elegir como víctima para intentar lucirse. Eligió a Zambrotta, que al cuarto de hora cometió sobre Benzema uno de los penaltis más claros que se recuerdan. El italiano hizo una tijera por detrás al francés, un penalti que el árbitro De Bleeckere transformó en saque de puerta. La jugada retrató a Zambrotta, cuya incapacidad para el fútbol de élite ya se sabía desde hace tiempo, y al árbitro, que necesita o un libro con el reglamento, si quiere continuar arbitrando, o un bastón para manejarse por la vida sin golpearse con las esquinas y con los muebles de casa. Otra opción es que dirija los partidos con un bastón y unas gafas oscuras. No lo haría peor de lo que lo hace. También parece difícil que Benzema siga aportando tan poco.

El Bernabéu sólo salió de su estupor cinco minutos después, en una acción que el portero Dida elevó a la categoría de esperpento. Granero intentó asustar con un tiro flojo y centrado. Pareció que Dida detuvo el balón, pero éste, de manera incomprensible, acabó rodando por sus rodillas hasta que llegó a los pies de Raúl, que siempre está donde debe, esperando el fallo del contrario. Donde los demás no ven un posible error del rival, él siempre se imagina una ocasión de gol. Otra vez apareció Raúl.

Lo que hubo de ahí hasta el empate de Pirlo en el minuto 62 fueron momentos de sopor, de tedio, un partido sin intensidad, sin ritmo, que el Madrid no se atrevió o no supo sentenciar. Es en estos encuentros, con todo el foco mediático europeo puesto en el Bernabéu, en los que el Madrid debería dar un golpe en la mesa, lucir todo su poderío ofensivo y pasar por encima de un rival tan inferior en la teoría y que si no lo fue en la práctica fue porque el Madrid nunca logró dar continuidad a su juego y regaló a su afición otros 90 minutos de futbol insoportable.

Este encuentro disputado a otra velocidad hubiera servido para marcar una mayor distancia entre los dos equipos, en definitiva, la distancia que de verdad hay entre ellos. Pero cuando uno se duerme puede tener pesadillas, las viejas pesadillas que vuelven. Golpeó primero Pirlo con un gran disparo desde 30 metros que sorprendió a un despistado Casillas. Golazo en el primer tiro a puerta del Milan.

Apenas tres minutos después se vio un pase perfecto de Ambrosini a Pato, que se metió entre Albiol y Marcelo y eludió con facilidad la pésima salida de Casillas. Qué gran talento es Pato y qué mal rodeado está.

Fue entonces cuando Pellegrini retiró a un desacertado Granero y se encomendó a Drenthe y sus alocadas carreras por la banda, por lo menos alguien corrió por la banda. El holandés levantó el ánimo del Bernabéu con un tiro desde fuera del área a falta de 15 minutos. Hubo quien todavía creyó en la remontada y mucho más cuando Casillas salvó un mano a mano a Pato en el 85. En el córner provocado por el despeje de Iker llegó el gol mal anulado al Milan, por presunta falta de Thiago Silva a Raúl o Casillas. Sólo el pésimo árbitro lo sabe.

Las esperanzas de victoria desaparecieron definitivamente cuando Pato, ya sin tiempo para reaccionar, aprovechó un fallo defensivo del Madrid, otro más, para sentenciar un encuentro que él sí quiso ganar.