Al final del partido, los jugadores del Villarreal estaban muy calientes con Rubinos Pérez y con los jugadores xerecistas tras el polémico gol de Antoñito, que vino precedido de una mano de Carlos Calvo. Senna, Gonzalo y el meta Diego López fueron amonestados por protestar airadamente esta acción, y también porque consideraban que previamente había podido existir un penalti a Cani. Cuando se llegó al túnel de vestuarios, Diego López perdió los nervios y la emprendió con el árbitro y también con los últimos jugadores azulinos que se dirigían a su caseta. Al escuchar los gritos, Rubinos Pérez se giró y pagó los platos rotos Pires. En el acta, el madrileño reflejó los siguiente: "Escuché gritos en el exterior del vestuario. Salí y encontré un tumulto sin poder indicar cómo ni quién lo empezó (...). El jugador número siete se dirigió a mi en los siguientes términos: "Eres un hijo de puta".