Un Abel juzga a otro Abel

Ya no hay medias tintas, siete partidos sin ganar y un largo parón liguero sitúan a Abel ante un ultimátum en toda regla: si el Atlético no gana al Zaragoza, será destituido. Conviene decir que, con sus errores, el técnico ha sido víctima de demasiadas zancadillas: una plantilla mal confeccionada, la oposición de un sector del vestuario encabezado por un peso pesado como Maxi y la horrible gestión de la crisis de los dirigentes, siempre echando gasolina en vez de agua.

Y la puntilla se la puede dar hoy un atractivo Zaragoza liderado por otro Abel (Aguilar) con unos antecedentes que le convierten en un perfecto Caín potencial: tres goles en los dos últimos partidos, alma de la reacción de los de Marcelino desde que pasó de mediocentro a mediapunta y líder de la efectiva presión blanquilla. Conociendo la dramática relación entre los defensas del Atleti y la pelota, ojo a ese asunto...

Morbo.

Otros dos nombres llaman la atención, De Gea y Lafita. Si en agosto se hubiera apostado por cuál de los dos estaría hoy en el Atleti, habría ganado el medio. Pero Pitarch se echó atrás, Zaragoza y Lendoiro pleitearon hasta el límite y hoy, al fin, el chico puede volver a jugar. En cuanto a De Gea, ha pasado en un par de meses de portero del futuro a no ser ni titular del filial a jugar hoy. Estuvo bien en Oporto y será curioso ver qué sucede cuando vuelva Asenjo si hoy se luce.

Y no olvidamos a los sospechosos habituales: Kun, que lucha sin suerte; Forlán, que espera que la Bota de Oro le devuelva el olfato; el finísimo Jorge López, resucitado para el bien del fútbol, Arizmendi, al que sólo le falta un poco de gol para ser de la élite... El futuro de Abel está en sus pies.