Minuto 38. Hasta entonces, ni la Real ni el Huesca habían hecho méritos para llevarse algo a la boca. El partido era una aburrida función de mucho toque y poco ataque. De repente, apareció un joven francés de 18 años, salido de la cantera de Zubieta, para despertar a la grada y sacar a la Real de su letargo. Era su primer partido como titular, aunque la afición se lo había pedido a gritos a Lasarte, que se había atrevido por fin y había muchos ojos puestos sobre él.

Demasiada presión. O no. En el primer balón claro en ataque que le llegó, se llevó la pelota hacía dentro y con la derecha soltó un zapatazo que cruzó la portería de Miguel. 1-0. Anoeta acababa de ver el nacimiento de una nueva estrella. Su nombre, Antoine Griezmann. Ese gol del chaval de Maçon fue el factor que desniveló un partido que caminaba de forma inevitable hacia el triste 0-0.

El Huesca demostraba ser un equipo valiente, que no se dejaba amedrentar por el escenario y no evitaba tener la pelota, pero le falta pegada. Reinaldo lo intentó un par de veces, pero estaba muy desasistido. Y a la Real le costaba crear fútbol, pero tiene delicatessen arriba con Xabi Prieto, Agirretxe y el chaval Griezmann. Y se notó. Sólo con eso, el mismo orden y solidez atrás, y algo más de fútbol que otras tardes le bastó para ganar su primer partido en casa y volver a coger la confianza que parecía haber perdido.

Ya al final del encuentro, apareció un activo Carlos Bueno, que había sustituido a un tocado Agirretxe, para poner en una buena acción personal el definitivo 2-0. Poco a poco, la Real se acerca a la cabeza.