Los arranques de Cristiano

Liga BBVA | Villarreal 0 - Real Madrid 2

Los arranques de Cristiano

Los arranques de Cristiano

El portugués volvió a marcar de inicio. El Villarreal se autocastigó con la expulsión de Gonzalo y el penalti de Ángel. Sergio Ramos brilló como central

Cristiano está perdiendo facultades. Si contra el Xerez marcó a los 40 segundos, esta vez lo hizo al minuto y cualquier día tardará un cuarto de hora en marcar, porque la juventud se consume, hasta la suya. De momento, repite. Otra vez controló una pelota en apariencia inofensiva y tomó la autopista hacia la portería, dirección gol. Le asaltaron dos y tres motoristas, incluso un cuarto. Los confundió con postes de la luz, toros de Osborne, mobiliario variado. Llegado al destino chutó raso y, tan colocado, que el balón burló la humanidad estirada de Diego López. Los tiros de Cristiano, ya saben.

De eso murió el Villarreal y por eso, quizá, enfermó el Madrid. Instalado en un partido adverso, el anfitrión se sintió impotente y confundió sus armas secretas con sus piernas al viento. Situado ante un encuentro favorable, el visitante se entregó, sucesivamente, al cálculo, al ahorro y a la molicie.

La primera consecuencia es que nos situamos, de pronto, en un escenario imprevisto por entrenadores, jugadores y público en general. La segunda es que se fueron al traste todos los experimentos en marcha. Un día después, seguiremos sin saber si Valverde acertó con el equipo y la motivación, o si el Madrid mejora con tres centrocampistas, si tiene juego en el sótano o sólo almacena bombas.

Lo cierto es que no solamente Cristiano alteró el partido. Antes, en el calentamiento, la indigestión de Garay obligó a un zurcido que dejó a Lass como lateral derecho, desplazó a Ramos al centro y dio entrada a Gago en la medular. Algo se pudo concluir en este caso: si al equipo ya le cuesta sobreponerse a la lesión de Xabi Alonso, el problema de orden resulta mucho más grave si también falta Lass.

La mejor prueba es que no triunfaron los sustitutos de la pareja titular. Guti volvió a sus intermitencias, Gago se perdió en gesticulaciones y Granero, sencillamente, malgastó la oportunidad. La buena noticia llegó por detrás: el regreso del mejor Ramos.

Mientras el Madrid trataba de coordinar voluntades, como quien coincide en un naufragio, el Villarreal colaboraba en su extinción. Gonzalo empezó por cazar a Cristiano y terminó pateando el pecho de Kaká, lo que le valió dos amarillas y roja por estricto cumplimiento del reglamento y por poner en riesgo el patrimonio artístico internacional. Pese a la evidencia, se fue sinceramente ofendido.

Escaso. Al Madrid se le contaron un par de buenas triangulaciones en la primera mitad, una volea de Cristiano y un fallo de Higuaín. Al Villarreal apenas nada. Y como la vida es una caja de bombones, el equipo en inferioridad creció tras el descanso, reinó en el caos y pudo marcar con un tiro de Rossi y un zapatazo de Cazorla. No ocurrió.

Al contrario. Los malos comienzos generan un vértigo asesino y víctima de ese impulso Ángel interceptó con los brazos un centro de Marcelo. También hubo reclamaciones, pero los brazos lo resuelven todo: estaban tan despegados del cuerpo que, de agitarlos, el ángel hubiera volado. Kaká transformó el penalti.

No fue el partido soñado, desde luego. Fue, más bien, el minuto que soñó Cristiano. Otra vez.