Asalto copero con protagonistas de nivel, que venden y tienen seguimiento. Las Palmas y el Cádiz provocan de todo menos indiferencia. Ese componente pasional, regado por una historia fecunda, supone un condimento delicioso para el asalto que van a librar esta noche unos y otros. El premio es seguir con vida en una competición de alegrías aleatorias. No conviene bajarse tan pronto de la Copa por los taquillajes que puede traer el bombo y así lo interpretan los actores, dispuestos a pelear la eliminatoria sin freno. Kresic y Gracia no comparten estilo pero hoy sí exhiben una coincidencia capital: ganar. Hay partido. Y de categoría, porque el pedigrí no engaña.

La Unión Deportiva dejó buenos trazos en su debut liguero y el Cádiz, que fracasó ante el Salamanca, persigue despertar. Continuidad frente a necesidad, aunque con protagonistas cambiados, pues se anuncian retoques en las dos formaciones. La moda contemporánea (e institucionalizada) de las rotaciones cobra en ocasiones como ésta especial relevancia y regala la ocasión de que los meritorios se reivindiquen y utilicen la Copa como pasarela y pasadizo. El personal, además, se activa, porque toda va a noventa minutos. Un banco de pruebas arriesgado, para valientes.

La alineación de Tristán como referente ofensivo (con Arriaga, ex de Las Palmas, de enganche) retrata las intenciones de Gracia de dinamitar al oponente a base de orfebrería e intuición. Ante la amenaza del artista de La Algaba, Guayre, que lucha por dejar atrás una catarata de lesiones y recuperar el lustre que un día también le llevó a lucir galones en la Roja. Imposible pedir más.