En el horario previsto, a las 14:05 horas del sábado y en el vuelo IB-3477, Usain Bolt, el ser humano más rápido, aterrizó en la T-4 procedente de Zúrich: allí, la noche del viernes, había ganado la carrera de 100 metros en la famosa Weltklasse. Marca: 9.81, lejos del récord mundial de 9.58 que impuso en los Mundiales de Berlín.
De inmediato, Bolt, con un considerable séquito de seguridad y representantes, todo organizado bajo el control de Emilio Butragueño, se trasladó a la sede del Comité Olímpico Español (COE), donde fue objeto de una recepción privada a la que no tuvieron acceso los medios de comunicación. En poco más de una hora, el llamado Relámpago (en inglés, Lightning Bolt) remató sus primeras obligaciones protocolarias y se dirigió a almorzar.
Bolt y sus acompañantes (guardias de seguridad, amigos, representantes propios y personal del Real Madrid, con Butragueño al frente) se citaron en la mesa de un céntrico asador madrileño. El atleta entró allí alegre, en pasos de ritmo jamaicano, 'reggae'.
Récords. En el restaurante, Usain Bolt almorzó jamón, chuletón y chistorra. En la sobremesa, los miembros del COE presentes (el presidente, Alejandro Blanco, y el vicepresidente Odriozola, presidente de la Federación de Atletismo) charlaron con Bolt sobre los métodos de entrenamiento en Jamaica y la preparación de la temporada. Curiosidad: durante muchos meses, Bolt y los velocistas de su país se entrenan en terrenos de hierba.
A la salida del almuerzo, mientras Butragueño organizaba la seguridad, AS tuvo oportunidad de entablar una breve conversación con Bolt, que hizo estos comentarios: "La de Zúrich fue una buena carrera, con Asafa Powell corriendo muy duro. ¿Récords? Más adelante puede ser, pero ahora no pienso en ellos. La temporada está siendo muy cargada". Usain se fotografió con el personal del restaurante. Allí dejó, autografiada, una camiseta del equipo de atletismo de Jamaica.
De inmediato, Bolt pasó al hotel reservado por el Real Madrid, para cambiarse de ropa y montar su traslado al Estadio Santiago Bernabéu. Allí recibió las aclamaciones del público, hizo el saque de honor y tocó el balón con la zurda. El Relámpago Bolt iluminó el Bernabéu.
