Su llegada a Old Trafford

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Su llegada a Old Trafford

Su llegada a Old Trafford

LA VIDA DE CRISTIANO (CAPÍTULO III). Sus inicios en la Premier no fueron todo lo bueno que el luso imaginó. Le costó adaptarse y por momentos se sintió presionado. Sin embargo, sacó la calidad que lleva dentro y se llevó el Trofeo Bravo de 2003. El gran Cristiano se estaba gestando.

Cristiano Ronaldo llegó de puntillas al Manchester United el verano de 2003 y Sir Alex Ferguson se encargó de darle el número siete y con ello toda la presión. Cientos de periodistas acudieron a un acto muy significativo, porque es el número mítico de Best, Cantona o Beckham, recién traspasado al Madrid. Aquel mes de agosto sería inolvidable para él por sus debuts en la Premier y en la selección portuguesa.

El 16 de agosto saltó a Old Trafford a los sesenta minutos del primer partido de liga ante el Bolton. Por momentos puso boca abajo el famoso teatro de los sueños con regates, desbordes y fintas de todo tipo. Años más tarde, y también con el Bolton como damnificado, se convertiría en el extremo en la historia del United con más goles en una sola temporada, superando al gran George Best. Ya el propio Best había vaticinado el éxito del portugués: "De las veces que se dijo que alguien era el nuevo Best, ésta es la primera que lo veo como un elogio hacia mí". Declaraciones de 2003 y que metieron más presión a la nueva joya. Ya su antiguo técnico en el Sporting de Lisboa, Boloni, le había definido como "el Eusebio moderno, con un físico y una técnica extraordinarias".

El inglés.

Tardó en adaptarse a su nuevo club, fundamentalmente porque no sabía nada de inglés (Forlán le hacía entonces de traductor), y le llegó el momento de la selección. Se convirtió en el primer jugador de Madeira en la historia de la absoluta portuguesa. El 20 de agosto, en Chaves y ante Kazakistan, sustituyó en la segunda parte a Figo. Ya no dejaría la selección, que meses después le sumiría en una gran decepción con la derrota ante Grecia en la final de la Eurocopa de Portugal. Las lágrimas de rabia de Cristiano dieron la vuelta al mundo y ya forman parte de la historia de la Eurocopa.

Su temporada en el United no había sido gran cosa. No marcó el primero de sus cuatro goles hasta diciembre, fue algunos partidos suplente e incluso vio la roja en la última jornada ante el Aston Villa. El Arsenal de Wenger arrasó, aunque Cristiano se quitó la espina con el título de Copa, con un gran partido y gol en la final ante el Milwall. Era su primer título en Inglaterra, pero seguro que le supo a poco. Incluso sólo pudo jugar los últimos nueve minutos del histórico partido en Old Trafford en la eliminación ante el Oporto de Mourinho en octavos de la Champions. Luego se cruzarían más veces y Cristiano se tomaría la revancha. No fue una gran temporada, pero aun así ganó el Trofeo Bravo al mejor futbolista Sub-23 de Europa por delante de otros grandes nombres como Rooney, Fernando Torres, Gilardino, Cassano y Robben.

Su importancia y potencial en el United fue creciendo cada vez más. Y no sólo en el aspecto técnico, sino también en el apartado físico, producto de su vicio por el gimnasio que creció después de que en Portugal estuviesen a punto de cortar su carrera por sus problemas en el desarrollo. Aún así, la temporada 04/05 tampoco dejó al mejor Cristiano, que incluso sufrió una acusación de violación que le obligó a presentarse en comisaría. Quedó en nada, pero lo acusó, aunque tuvo tiempo para marcar por primera vez dos goles en un partido con su selección ante Rusia en un 7-1 inolvidable. La temporada terminó con la derrota en la final de Copa ante el Arsenal de Wenger y de nuevo muy lejos del ganador de la Premier, el Chelsea.

Reproches.

Por eso a nadie le extrañaron las críticas de su también entonces compañero Van Nistelrooy, para el que "Cristiano es talentoso, pero nada efectivo. Su juego tiene demasiado show. Sus centros muchas veces llegan muy tarde". Duras palabras ante las que el luso respondería con una mejoría imparable. El gran Cristiano estaba a punto de explotar, y de qué forma...