Aunque se lo tomaron en serio, Cádiz y Osasuna protagonizaron el clásico bolo de pretemporada. Los amarillos apostaron por presionar a un rival de superior categoría y los rojillos, por aprovechar sus oportunidades. Si a eso le sumamos el factor Javi Gracia, se entiende mejor las ganas de los cadistas, bien arropados por un millar de seguidores.

El Cádiz no falló a su filosofía: presión arriba, seguridad defensiva y posesión de balón. Ante los de Camacho, incluso osaron sacar el balón jugado desde atrás mientras que su rival se dedicaba a esperar los destellos de Masoud que, con sus centros buscaba a Dady. Para el gol, los papeles tuvieron que intercambiarse. Un centro del delantero en falta lateral fue aprovechado por el mejor de los rojillos a los 39 minutos de partido. Hasta ahí, el Cádiz sólo había usado la banda derecha para crear peligro, pero la ausencia de un hombre-gol se acabó notando. Ni Tristán ni Toedtli terminaron siendo convocados.

En la segunda parte, ambos con equipos nuevos, un fallo de Roberto dio en bandeja el empate a Álvaro Silva. El Cádiz cogió confianza y se subió a las barbas de su rival bajo la batuta de Abraham y la frescura de Velasco, que sigue siendo la sorpresa de la pretemporada. Los de Camacho se limitaron a defender e intentar cazar un contragolpe letal que nunca llegó.