Keirrison, hijo de futbolista y también del fútbol sala

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Keirrison, hijo de futbolista y también del fútbol sala

A los 16 años llegó al Coritiba juvenil y a los 17 sufrió una lesión de ligamentos que le apartó del fútbol un año. El Palmeiras le lanzó a la fama y llama a la puerta de la selección.

El delantero brasileño Keirrison, un voraz depredador del área, jugador revelación y pichichi de la última liga brasileña, culminó hoy el vertiginoso despegue de su carrera que le ha llevado a pasar en apenas seis meses del modesto Coritiba al Barcelona, el campeón de Europa.

A sus 20 años, el joven ariete ha destacado por su inteligencia en el área, su olfato felino de cara al gol y su versatilidad en el remate, lo que le ha otorgado una abrumadora regularidad de cara a la portería rival y le ha llevado a acumular una retahíla de premios de máximo goleador.

No es muy rápido ni un malabarista del balón, pero sí puede presumir de ser ambidiestro, de su precisión en el remate y de los variados recursos que despliega cuando pisa el área, lo que le ha llevado a liderar la tabla de artilleros en Brasil en esta campaña con el Palmeiras, con 24 tantos acumulados en todas las competiciones.

Su frialdad ante los porteros rivales también se traduce en la seriedad y profesionalismo que demuestra fuera del campo. Nunca se ha salido fuera de la disciplina de los clubes en los que ha militado, siempre ha tratado de mantener la concentración en la cancha sin dejar que le afectase la fama repentina y ha mantenido una vida tranquila, marcada por su devoción religiosa a la iglesia evangélica, al igual que el madridista Kaká.

La exigente afición del Palmeiras le criticó por bajar de rendimiento cuando se barajaba su transferencia al extranjero y cuando pasó en blanco en partidos decisivos como los octavos y cuartos de la Libertadores y la vuelta de la semifinal del Paulista, en la que cayó ante el Santos. Al artillero le abrumó la presión, pero pronto se repuso y superó su peor racha en el año, con cuatro partidos seguidos sin marcar.

Keirrison de Souza Carneiro nació el 3 de diciembre de 1988 en la localidad de Dourados (Mato Grosso do Sul), una región rural próxima a la frontera paraguaya. Desde la cuna, el fútbol estuvo presente en su vida, puesto que su padre, Adir Carneiro, era jugador profesional en equipos modestos y después fue profesor de juveniles y su maestro personal.

Siguiendo a su padre, tuvo que mudarse a Bodoquena, un pueblo pequeño sin equipo de fútbol, lo que le llevó a curtirse en el fútbol sala, deporte que, según él, le sirvió para ganar muchos reflejos, para aprender a moverse en espacios pequeños y a pensar rápido con el balón en los pies.

Con 16 años se mudó a la capital regional, Campo Grande, para jugar en un club semiprofesional, en el que llamó la atención del Coritiba, de la ciudad de Curitiba (Paraná), que lo ficharía para su división juvenil. En esa categoría, sus números impresionaron: 23 goles en 14 partidos en el Campeonato Paranaense y otros nueve tantos en seis juegos en la prestigiosa Copa São Paulo.

A los 17 años se incorporó al primer equipo, de Segunda División, y tuvo un debut fulgurante, con tres goles en sus tres primeros partidos. En el cuarto, una inesperada lesión de ligamentos cruzados de la rodilla derecha interrumpió su despegue y le apartó de las canchas durante doce meses.

Al regresar después de esta dura experiencia se adueñó de la camiseta con el nueve y, con sus goles, ayudó al equipo a ascender a Primera División en la temporada 2007. En 2008, contribuyó de forma decisiva a la novena posición del Coritiba en la Liga, al marcar 21 goles -los mismos que Washington, del Fluminense, y Kléber Pereira, del Santos- que le acreditaron como el máximo goleador y el "jugador revelación" de la Liga, premio otorgado por la Confederación Brasileña de Fútbol.

Sus buenas actuaciones llamaron la atención del Palmeiras, que le abrió las puertas de la Copa Libertadores, competición en la que marcó seis goles antes de caer eliminado en los cuartos de final por el Nacional de Montevideo. En el Campeonato Paulista sumó 13 dianas en 16 partidos y quedó segundo en la tabla de goleadores, mientras que en las jornadas de la Liga que disputó anotó cinco tantos.

Tras el fichaje por el Barcelona, el único vuelo que le queda a K9 es conseguir la aún inédita convocatoria con la selección, algo que ni si quiera le inmuta a este jugador paciente que nunca pierde el temple.