Un simple sondeo realizado entre los muchos periodistas galos que fueron a la presentación nos da la clave: el Real Madrid le ha cambiado la vida, y el humor, a Benzema. Un futbolista, hasta hace bien poco, que se acercaba más a la personalidad introvertida de Anelka (sin sus extravagancias), incapaz de mirar a la cara al periodista que le hacía una entrevista o de decir nada jugoso para el lector.

Extrañó su dominio de la escena. Sus saludos a la grada, sus sonrisas, y también sus palabras en español, en las que había un mensaje implícito de un decoro institucional impropio para un chaval de 21 años: "Estoy orgulloso de estar en el club en el que jugaron mis dos grandes ídolos: Ronaldo y Zidane".

Sólo Ronaldo.

Cualquiera que conozca lo más mínimo al emergente crack sabe que en su cabeza y su corazón sólo hubo lugar para un futbolista: Ronaldo Nazario de Lima. El cuarto de su modesta casa de la barriada del Bron, al norte de Lyon, estaba plagada de fotos de Ronie, y en las estanterías había decenas de vídeos suyos de los que copió, desde los 14 años, todos sus gestos. Llega hasta nuestro oídos, incluso, que hace un mes fue a Brasil simplemente con la intención de conocerle.

Benzema llegó acompañado de su agente y de su hermano Gressy. Aseguran de este futbolista amante del hip-hop y del rap (es íntimo del grupo de moda Rohff), que es un tipo tranquilo, poco amante de las discotecas y sí de su amplio clan familiar. Es casi seguro que su padre, funcionario de profesión, y su madre (ama de casa) vengan a vivir con él a Madrid. Puede que incluso su hermano menor, Sabri, de 10 años, al que el Lyon ha intentado reclutar siguiendo el consejo del propio Benze ("Es el que mejor juega de la familia)", también venga con él.