El Real Madrid rehizo la figura en el último instante, buscó su cara más amable y puso una sonrisa, quizá impostada, para no aparecer en la última foto de la temporada ese semblante serio y amargado de las cuatro jornadas anteriores. Mostró toda la dignidad y el interés que le faltaron semanas atrás. En realidad no hizo más que lo que debía, cumplió con su obligación. Comportándose así podrá ganar o perder, pero al menos nadie le podrá reprochar su actitud. No salió a pasearse y, visto de donde venía, eso ya es mucho. Quizá Osasuna hubiera agradecido otro comportamiento menos digno del rival que tenía enfrente, pero la categoría, aunque se pueda salvar en la última jornada, se pierde con el trabajo de todo el curso. Esta vez tuvo la fortuna de conseguir la salvación, pero cuando acostumbras a caminar al borde del precipicio, lo normal es que termines cayendo en el abismo.

La salvación de Osasuna tiene como máximo responsable a José Antonio Camacho y su grupo de trabajo, quienes llegaron a Pamplona cuando la Segunda División se veía más cerca que la permanencia y cierran la temporada con el objetivo cumplido.

Se despidió del Real Madrid su entrenador, Juande Ramos, y lo hizo dando la alternativa al joven central uruguayo Gary, que formó pareja con Metzelder y cumplió con dignidad. No pudo completar el partido por lesión y su puesto lo ocupó otro canterazo, Tébar. No es que a Juande le diera por confiar de repente en la cantera, sino que no tenía más donde elegir. Sí se le puede reprochar que no diera más minutos a Huntelaar, al que ha marginado en las últimas jornadas y apenas se le pudo ver diez minutos. Sustituyó a Robben en el 79 y fue expulsado en el 89 por protestar.

Juande se va del Madrid con dos récords: la mejor racha de victorias a domicilio y la peor de derrotas consecutivas en la historia del club. Con el de Pamplona, Juande ha perdido cinco partidos seguidos, igualando la marca que hasta ahora poseía Carlos Queiroz. En cualquier caso, Juande cumplió el objetivo para el que se le fichó, que no era otro que clasificar al equipo para la Liga de Campeones.

Quizá también se despidió del Madrid Michel Salgado, quien cumplió con corrección hasta que el pésimo árbitro que es Teixeira Vitienes le mostró la roja de forma exagerada a los 55 minutos. Pandiani metió en profundidad a Plasil y éste se fue al suelo en un forcejeo con Salgado, quien probablemente cometió falta, pero la infracción nunca mereció la expulsión. Agradeció el detalle Osasuna, que se ha pasado toda la temporada quejándose de los árbitros.

Volvió a sobresalir la figura de Lass, presente donde debe y donde le obligan los desajustes tácticos de sus compañeros. La contratación del francés es una de las mejores noticias que deja la temporada para el Madrid, pero que siempre figure entre los más destacados del equipo da una idea del nivel del conjunto. Si el hombre que más trabaja siempre es el mejor da una idea de lo que es este Madrid.

El comienzo del Madrid fue esperanzador para los equipos que luchaban con Osasuna por evitar el descenso. Higuaín abrió el marcador a los diez minutos, un tanto que fue celebrado en tres campos. Aparecía bien plantado el Madrid, ordenado y se comportaba con la intensidad mínima exigible.

Osasuna quedó aturdido, pero sólo tardó cinco minutos en volver a respirar y los primeros auxilios se los dio Casillas, que con un fallo lamentable permitió empatar a Plasil. Con el empate, el encuentro ya fue otro y hasta el final quien buscó con más decisión el triunfo fue quien lo necesitaba para seguir vivo. No se escondió el Madrid, pero nunca pudo igualar en intensidad a Osasuna, que si no se fue con ventaja al descanso fue porque Marcelo apareció para salvar bajo palos un remate de Nekounam.

El segundo tiempo comenzó con un eslalon de Salgado que ni Marcelo ni Van der Vaart supieron culminar. Fue la mejor acción del Madrid en el segundo periodo. Luego llegó la expulsión ya contada del propio Salgado, que despejó mucho el panorama para Osasuna.

Casillas exhibió sus reflejos para salvar un remate de cabeza de Nekounam, pero nada pudo hacer para evitar el golazo de Juanfran. Metzelder despejó un saque de falta lateral y el rechace lo aprovechó Juanfran en el borde del área para empalmar de volea y batir a Casillas. Nadie del Madrid estaba esperando el rechace, en un error de concentración y de trabajo, porque esas acciones se empiezan a defender en los entrenamientos.

La última media hora fue una lucha de Osasuna contra sus nervios, por controlar su ansiedad. Los de Camacho hicieron su parte del trabajo y la otra parte la hizo el Valladolid al empatar en Sevilla y mandar al Betis a Segunda.