El Real Murcia acaricia la salvación después de ganar un Alicante al que deja prácticamente hundido en la lucha por la permanencia en Segunda División al superarle por 3-1 en un partido en el que los granas, sin hacer un fútbol brillante, fueron claramente superiores.

El equipo entrenado por José Miguel Campos, que está virtualmente libre de peligro, salió dispuesto a sentenciar por la vía rápida y a conseguirlo contribuyó un penalti nada más comenzar el encuentro. Un derribo sobre De Lucas tras una falta botada por Capdevila propició el primer tanto local, conseguido por Bruno desde el punto fatídico.

Instantes después el canterano Kike tuvo a su alcance el 2-0, pero otro penalti, éste en el área grana sobre Peragón, dio paso al empate, materializado por Abel Buades.

El partido siguió siendo frenético. Un remate al larguero por parte de Peragón y una ocasión marrada por Capdevila precedieron al segundo tanto murcianista, que el propio Capdevila obtuvo en semifallo y con suspense tras un centro de Antonio Núñez.

El juego se serenó a partir de entonces y sólo un enfrentamiento entre Álvaro Mejía y Francisco, con expulsión para ambos, alteró la falta de incidencias antes de que se llegara al descanso.

El dominio alterno dio paso a la superioridad local en la reanudación y después de varias ocasiones para los de casa con Kike, Capdevila, Antonio Núñez y De Lucas como protagonistas llegó la sentencia ante un Alicante sin respuesta.

Bruno incluso se permitió el lujo de fallar otro penalti, éste cometido sobre Kike por Urbano, quien vio el camino del vestuario por la jugada. Queco Peña evitó el tanto en esta acción, pero no lo pudo hacer instantes después cuando el prometedor Kike aprovechó un regalo de Ismael para servir en bandeja a Montoro el 3-1 definitivo. Así y con poco más terminó de consumarse la victoria de un Murcia virtualmente salvado y la derrota de un Alicante que huele a Segunda B.