Osasuna gana a un Barça desconocido pero sigue en descenso

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Osasuna gana a un Barça desconocido pero sigue en descenso

Osasuna gana a un Barça desconocido pero sigue en descenso

Un cabezazo de Pandiani ante un desfigurado Barcelona dio el triunfo a Osasuna en el Camp Nou (0-1), aunque las victorias del Sporting, el Getafe y el empate del Betis lo mantienen en los puestos de descenso, a falta de una jornada para el final del campeonato.

Un cabezazo de Pandiani ante un desfigurado Barcelona dio el triunfo a Osasuna en el Camp Nou (0-1), aunque las victorias del Sporting, el Getafe y el empate del Betis lo mantienen en los puestos de descenso, a falta de una jornada para el final del campeonato.

La indolencia de unos y la ineptitud de otros convirtió el choque en un partido infumable, en el que falto ritmo, escasearon las ocasiones y en el que, a falta de fútbol, tuvo al colegiado Rubinos Pérez como triste protagonista del duelo.

Con la mente puesta en Roma y un equipo de circunstancias -del once que se enfrentará al Manchester United, sólo Eto'o y tal vez Sylvinho jugaron de inicio- el Barça afrontó el partido ante Osasuna como un incómodo contratiempo, como una molesta interrupción de la fiesta que se vivió, antes y después del choque, para celebrar el doblete.

No hubo tensión competitiva, ni intensidad, ni espíritu reivindicativo en los jugadores azulgranas que menos minutos han disputado esta temporada y que esta noche demostraron por qué no serán los elegidos para buscar la gloria en la final de la ''Champions''. Osasuna se jugaba la vida y el Barça, nada. Y en el deporte, cuando eso sucede, casi siempre se impone el espíritu de supervivencia.

El del conjunto navarro le llevó a marcar en la única aproximación clara a la portería de Pinto durante toda la primera mitad. Un cabezazo del especialista Pandiani a la salida de un córner (0-1, min.24). Antes de eso, buenas intenciones de Juanfran por la derecha, alguna aparición entre líneas de Masoud, y poco más.

El Barça, que se había acercado tímidamente con sendos disparos desviados de Pedro y Bojan, tomó el mando en los primero minutos, pero se fue desvaneciendo ante el mayor empuje del rival hasta convertirse en un equipo irreconocible, por juego, por actitud y por el nombre de algunos de los jugadores que hoy defendieron su camiseta.

Un tiro de Eto'o que Ricardo envió a córner y otro de Nekounam que salió alto cerraron la primera mitad. No se vio mejor fútbol tras la reanudación. Si acaso, algo más de ambición de los locales, que no querían despedir la temporada en el Camp Nou con una derrota.

Un par de acciones de Bojan desperezaron un encuentro anodino y también a la afición, que empezó a calentar motores para la fiesta posterior animando tímidamente a los suyos.

Pero hoy no era la noche del Barcelona, que lleva ocho días en capilla esperando el gran día, el del próximo miércoles, donde tendrá la posibilidad de lograr un doblete histórico. Mientras, Osasuna se empeñaba en demostrar por qué, a dos jornadas del final, su continuidad en la máxima categoría del fútbol español todavía sigue en entredicho.

Su planteamiento rácano y especulador se manifestó con mayor intensidad tras el gol y, en la segunda mitad, retrasó aún más sus líneas para jugarse sus opciones descaradamente a la contra. Sólo al final, cuando el Barça parecía haber bajado los brazos, Hidalgo, Plasil y Neokounam llevaron cierto peligro a la meta defendida por Pinto.

A falta de fútbol, Rubinos Pérez decidió erigirse en el triste protagonista del partido al expulsar con roja directa al joven Marc Muniesa, que había sustituido a Sylvinho en la segunda mitad, por una inocente entrada a Plasil.

El árbitro se cargaba de esta manera el debut del chaval en Primera, que acaba de recuperarse de un grave lesión y que abandonó el campo entre lágrimas, mientras Guardiola, secundado por todo el banquillo barcelonista, se acercó a Rubinos para recriminarle su ineptitud a la hora de valorar la jugada.

El colegiado expulsó también a Guardiola, convirtió el Camp Nou en un hervidero, se llevó una sonora pañolada e incluso sufrió el acoso de un espontáneo, que saltó al campo con el trencilla en el punto de mira y con no muy buenas intenciones. El triste epílogo a un partido olvidable.