Cassano había amenazado con quedarse en calzoncillos si su equipo, la Sampdoria, ganaba la Copa al Lazio. Pero la imagen del ex madridista en ropa interior no se produjo gracias, en gran parte, a la poca puntería del propio Cassano a la hora de lanzar el primer penalti de la tanda que había de resolver la final, que había concluido en empate a un gol tras los 90 minutos habituales y la prórroga.

Cassano lanzó su pena máxima demasiado centrada y Muslera no tuvo demasiados problemas en detenerla. Luego, cuando la tanda superó los primeros cinco lanzamientos por cada bando, Campagnaro tiró el penalti al palo. Dabo aprovechó el error y dio al Lazio la quinta Copa de su historia.

El Lazio saltó con más ganas de jugar al fútbol. Y pronto dejó constancia de ello. A los cuatro minutos de partido, Mauro Zárate recortó a dos rivales al borde del área y conectó un potentísimo disparo que reventó la red de Castellazi. Cassano, pese a que descansó el pasado fin de semana para llegar con fuerzas al partido apenas entró en contacto con el balón. El planteamiento ultradefensivo de su técnico, Mazzarri, tampoco ayudó al lucimiento del ex madridista. Pero el gol genovés nació de las botas de Cassano: éste colgó el balón al área, Stankevicius peinó y Pazzini mandó el balón a la red. El tanto del nuevo internacional azzurro igualaba la final sin que su equipo hubiera hecho demasiados méritos para ello.