Una lección de humildad

Barcelona 3 - Villarreal 3 | Celebración entre paréntesis

Una lección de humildad

Una lección de humildad

El Barça es ya casi campeón de Liga, pero ayer recibió una lección de humildad. A los éxitos de los últimos días hay que restar el empate de anoche, que pospone el más que previsible triunfo final en el campeonato.

Incertidumbre. Hasta llegar a este momento, el Barça ha vivido la incertidumbre de los campeones. Ha sido empujado por un hombre excepcional, un futbolista como los de antes. Pep es el artífice de un nuevo concepto del Barça, y del fútbol. Ayer tuvo un tropiezo. A su proyecto, que se basa en la humildad, hasta esto le sirve.

Alturas. Juan Marsé, el último premio Cervantes de Literatura, tiene una máxima, que es la que le ha llevado a escribir como lo hace. Viene del principio de Las nieves del Kilimanjaro, de Ernest Hemingway, y dice así: "Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas". De broma le dije ayer a Marsé que había muchas similitudes entre esa búsqueda y la de Pep. El técnico anoche no pudo correr de éxito. Pep también busca qué hace el leopardo en las alturas, y hasta que no resuelve el enigma no baja. Su trabajo este año ha sido el del explorador que no para nunca de investigar, y de dudar. El escritor se mostró escéptico: no es lo mismo el fútbol que la literatura. Ni es igual una victoria que un empate. Un empate es un jarro de agua fría.

Éxito. Marsé me dijo: "¡Pero él no para de tener éxito!". Como tú, le dije al autor de Últimas tardes con Teresa. El éxito se basa en la constancia, en la humildad, en la capacidad para decir que no se tiene nada de lo que parece que sobra. Y en la duda: ¿estaré haciendo lo correcto? Entre el escritor y el entrenador se da aún un paralelismo más: los dos son constantes, y a ninguno se le conoce pasión distinta que aquella a la que dedican su esfuerzo.

Acostumbrarse. Y me dijo Marsé: "¡A ver si se acostumbra!". Al final de los últimos partidos, antes de este de anoche ante el Villarreal, Pep ya se relajó y empezó a hablar de sí mismo como parte del equipo. La alegría dio paso al estupor, pero no hay que alarmarse. Ahora el entrenador sabe, más o menos, qué busca el leopardo, y ofrece del equipo la visión que quiso: la de un equipo elegante que hace fútbol incluso cuando le fabrican castillos de piedra.