Almunia sostiene a un Arsenal magullado

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Almunia sostiene a un Arsenal magullado

Almunia sostiene a un Arsenal magullado

El Manchester deslumbró en la primera parte y avasalló al Arsenal, que sobrevivió a duras penas colgado de Almunia. En la segunda, el ritmo bajó pero el dominio siguió siendo de los locales, que controlaron el partido y evitaron sustos. Ferguson se salió con la suya y su equipo ganó sin encajar goles. Pero, gracias a Almunia, queda eliminatoria y la resolución llegará en el Emirates.

Había dicho Ferguson que le sonaba de maravilla un 1-0 para resolver en el Emirates. Dicho... y hecho. Su equipo ganó por la mínima pero no encajó ningún gol, un valor que de un tiempo a esta parte es oro puro, en este fútbol cada vez más controlado y científico, con menos lugar para las viejas eliminatorias llenas de goles, épica y alternativas.

Sin embargo al Manchester le puede parece corto el resultado a posteriori. Sobre todo por lo acontecido en la primera parte, en la que se vio al United salvaje, el que acumula 23 partidos sin perder, desde mayo de 2007. Una eternidad que se comprende rápidamente cuando el equipo despliega una presentación mística en Old Trafford a la altura de las grandes noches. Con una de esas alineaciones con firma de autor de Sir Ferguson (Rooney y Cristiano cayendo a bandas, Anderson incrustado en la medular dirigiendo el tráfico, Tévez rompiendo por el centro), con una presión salvaje, en la grada y en el campo, con una velocidad supersónica y un despliegue físico admirable, con el campo comprimido por la proximidad de las líneas, con el rival acogotado, desbordado, penitente.

Al Arsenal se le puso pronto cara de víctima. Es un equipo armado para atacar (pese a las ausencias de Van Persie o Arshavin), con muchos problemas para cambiar el plan y ponerse a contener, remangado y con los dientes apretados. Porque en defensa tiene lagunas y poca calidad individual, porque es un equipo diseñado para tener el balón y mandar. Al Arsenal le gusta la ida y vuelta, pero la primera parte fue sólo de ida, y la eliminatoria corrió peligro de muerte para los londinenses de no ser por un jugador: Manuel Almunia.

El Arsenal resiste hasta el descanso

Porque el portero navarro, a punto de cumplir 32 años, armó de razones a los que suspiran en las Islas por verle defender la portería de Inglaterra. Porque paró con reflejos imposibles un remate a bocajarro de Tévez. Y porque después salvó un remate letal de Cristiano Ronaldo en el segundo palo. Dos paradas estratosféricas a las que unió una actitud de absoluta concentración, los cinco sentidos en el campo para resolver cualquier duda de su defensa, con salidas valientes o paradas por buena colocación. Para batirle, el Manchester necesitó la colaboración de toda la zaga rival, que se olvidó en una jugada de estrategia de defender el segundo palo, donde remachó con violencia O'Shea, completamente solo.

Eso fue el Arsenal en la primera parte: un portero excelente y un equipo comprimido en su área, sin el balón, descompuesto. El Manchester llegaba en oleadas, haciendo daño con sus circulaciones en quinta velocidad y a través de la movilidad de sus delanteros, que aparecían por el centro, por las bandas... Rooney y Tévez, además, dirigían la primera línea de presión y aparecían cerca de su área para congestionar las escasas ofensivas del Arsenal, que sólo apareció pasado el minuto 25 en un disparo de Cesc y, sobre el tiempo reglamentario, en una acción elegante de Walcott, que intentó un pase imposible a Adebayor cuando tenía vía libre hacia la portería.

El Manchester se conforma, el Arsenal respira

Los últimos minutos de la primera parte, sin embargo, empezaron a mostrar la nueva tendencia del partido. El Manchester, siempre dueño y señor, dominaba el balón y el partido y mantenía al Arsenal lejos de su área, pero ya sin el ritmo endiablado y la presión salvaje de la primera media hora. Los de Wenger tocaron el balón y, aunque no crearon peligro, templaron un poco sus nervios, hasta entonces camino del psiquiátrico. En la segunda parte la inercia ya no cambió, no hubo más acelerones brutales de un Manchester superior. En parte por la factura física del primer tiempo, en parte por el mensaje explícito de Ferguson. Aún así, el 2-0 siempre pareció una posibilidad mientras que el 1-1 apenas rondaba Old Trafford como una quimera.

De esta forma el Arsenal sobrevivió con menos sobresaltos, pero siempre en peligro. Los minutos dejaban sensación de gratitud en todos: en unos por la victoria y la portería a cero, en otros por evitar un meneo que amenazó con ser definitivo. El Arsenal sólo pudo jugar en campo contrario algunos minutos, sin demasiada profundidad, y no tuvo más ocasión que una acción que Adebayor se cocinó solo antes de ser sustituido: control con el pecho y volea con toda la intención por encima del larguero. Cesc y sobre todo Nasri aparecieron poco, siempre lejos de la zona en la que son letales, y Van der Sar vivió un partido sorprendentemente tranquilo.

El Manchester, mientras, jugó con tranquilidad, con mando. Sin las ofensivas por tierra, mar y aire del inicio, rozó el gol en un disparo al larguero de Cristiano Ronaldo, efecto marca de la casa incluido, y en cada acción en la que profundizaba por las bandas. Se Unieron a la fiesta Berbatov y Giggs, que redondeó su leyenda -800 partidos con el Manchester- mientras Almunia vivía una segunda parte menos exigente y el partido terminaba con Old Trafford feliz. Y los dos entrenadores también. Ferguson porque tiene un botín con el que plantear la vuelta desde la ventaja. Wenger porque pudo ser peor, mucho peor.