No, De la Peña no está loco

Liga BBVA | Espanyol 3 - Deportivo 1

No, De la Peña no está loco

No, De la Peña no está loco

Los pericos siguen vivos. Alonso, Iván, Lassad y Lopo en propia puerta, goleadores. El dominio fue españolista. El Depor tocó y tocó, pero no mordió

Dijo la semana pasada que el Espanyol se va a salvar. Como le miraron raro, apostilló: "Y no estoy loco". Si él es capaz de seguir jugando como ayer y el equipo también, nada tienen perdido. El partido del sí o sí cayó de su lado. Con justicia. Porque fue mejor que un Depor que tocó bien, pero sin mordiente. Visto lo de ayer, el Espanyol no es un colista muerto y a los de Lotina les toca espabilar si quieren meterse en la UEFA. La blandicie de esta ocasión no les lleva a ninguna parte.

El Espanyol jugó un buen partido. Tuvo el acierto de adelantarse en el marcador, lo que le permitió soltar lastre nervioso. El primer gol fue polémico: atacó el Depor y un pase interior de Lafita pareció cortarlo Jarque con la mano muy cerca del área. Medina dijo que no, se montó el contraataque y marcó el Espanyol. De la Peña le metió un balón de oro a Iván Alonso, Aranzubia se durmió y el uruguayo aprovechó en segunda instancia que al meta vasco se le ocurrió despejar (fatal) y no coger la pelota con las manos, que parecía lo más fácil.

Hubo un estallido tremendo en el estadio, mientras los deportivistas juraban en arameo. Pero el partido era local. El pueblo se desgañitaba apoyando todo lo que hiciera su equipo, igual les daba un saque de banda que uno de puerta. Una pancarta enorme decía que jamás se rendirán. Ellos, los hinchas, segurísimo. Su fe dio lugar a un hecho realmente galáctico: ¡otro gol españolista! Por primera vez en la temporada se puso ganando en casa por dos goles. La última vez que vivió esa sensación fue en el Camp Nou, y acabó imponiéndose por 1-2. No sé si viene muy a cuento, pero seguro que al perico lector le gustará que se lo recuerde. Marcó Iván, lo que le sitúa como máximo goleador españolista: más galaxia. De no meter un gol en cuatro años a meterlos a pares... ¡en el Camp Nou hizo los dos primeros desde 2005! También gusta recordarlo, a él sobre todo. Lleva cuatro.

Pero no. Tanta felicidad era imposible. Había llegado el 2-0 en el minuto 40 y el Depor tuvo tiempo de acortar distancias y darle al respetable su inevitable ración de sufrimiento. Fue Lassad, que se estrenó en Primera. 2-1 y al vestuario. A repasar los deberes. El Espanyol, poca cosa; el Depor, más. No funcionó el buen eje que forman Lafita, Verdú y Guardado. Se movieron a impulsos personales, jamás en conjunto, tejiendo aquí, destejiendo allá. Echaron en falta a Sergio y a Juan Rodríguez, seguramente. De Guzmán y Zé Castro pelearon en el centro del centro, pero no tuvieron fútbol, un verdadero peso en el partido.

Fue por eso que al cuarto de hora Lotina puso a Valerón y Montjuïc cruzó los dedos, que el canario es buenísimo. Esta vez se le vio poco. El Espanyol tuvo varias ocasiones de poner tierra de por medio con un tercer gol. Estuvo bien Callejón, pese a jugar en un lugar que no es el suyo. Es punta-punta y salió por la derecha, en plan Raúl, corriendo y corriendo lejos del área, que es lo suyo.

Al no moverse el marcador, el partido entró en una fase histérica, en la que colaboró la goleada de Osasuna en Madrid. El Depor se estiraba y porfiaba con la entrada de Riki. Sustos gordos no daba, pero había demostrado que es capaz de hacer un gol en dos toques, que así hizo el suyo.

El final.

Y como las últimas experiencias, Pamplona sin ir más lejos, hablaban de fatalidad perica en los últimos minutos, el pueblo liberó adrenalina gritando y aplaudiendo sin parar desde el minuto 80: una cosa de locos en su estado más puro. Iván añadió excitación levantando una y otra vez los brazos, buscando más complicidad de la grada.

Cada vez que el Depor robaba se paraban miles de corazones, y sólo fue en el penúltimo minuto del alargue cuando Montjuïc respiró. Nené lanzó a Rufete, que recortó y tiró sobre la salida del portero. La pelota iba fuera, pero se cruzó Lopo y la empujó dentro. Fue él. Fue cosa de su infancia. No quiso, pero lo hizo. Al punto acabó todo. Ganó el Espanyol y sigue vivo. De la Peña nunca lo dudó.

La afición fue el número 12

Al Espanyol no le falló su gente: como siempre. La cosa empezó con los quince mensajes de ánimo que la Curva colgó en el vestuario del equipo, con el permiso de Pochettino, y continuó después durante el partido, especialmente en su tramo final, cuando un gol del Depor hubiese sido fatal para las aspiraciones de permanencia españolistas.